sábado, 27 de abril de 2019

José Calixto Cueltán Imbacuán

Abril 27 de 1996 
Indígena, animador parroquial, defensor de la vida y del territorio, asesinado por el Ejército nacional. 

La voz de la sangre de tu hermano derramada en tierra, clama justicia, dice el Génesis, es el clamor de su seis hijos y su esposa, es el murmullo que se escucha en los espacios de la memoria que hoy se perpetúa entre las fumigaciones, entre el terror, la apropiación de tierras, la destrucciones de vida humana y la biodiversidad.

El 27 de abril de 1996, unidades militares del Ejército Nacional ejecutaron a José Calixto Cueltán Imbacuán, indígena del pueblo de los Pastos, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda San Isidro, Municipio Valle del Guamuez, y miembro de la Asociación Campesina para el Desarrollo Integral del Sur del Putumayo, ACADISP. 

Calixto en horas de la mañana estaba buscando un ternero para la fiesta de la junta de acción comunal, se encontraba junto con su hermano llevando unos novillos, cuando se encontró con los militares. José separó a los novillos de tal manera que éstos no afectara a los militares, a cambio recibió toda clase de insultos e improperios por parte de los regulares, a lo que éste les exigió respeto. 

En el acto uno de los uniformados disparó su fusil, la bala atravesó un novillo y alcanzó a herir mortalmente a Calixto. Prueba, inequívoca del abuso del poder y de la violencia de lesa humanidad que han utilizado históricamente las fuerzas armadas.

Mientras su hermano corría en busca de ayuda hacia la comunidad, los militares, revistieron el cuerpo de José con prendas militares. Inmediatamente, modificada la escena del crimen de Estado, los militares iniciaron la campaña psicológica para tergiversar la realidad, informando a los pobladores que habían herido a un guerrillero y otros indicaron que había sido una persona dada de baja en combate, impidiendo así que los vecinos se acercaran al cuerpo de Calixto. 

Cuando al lugar se acercó un automotor la comunidad se percató que aun José presentaba signos vitales, decidieron subirlo al carro por la fuerza y así obligar a los militares a llevarlo de urgencia al hospital. Antes de ingresar a la clínica Calixto fallece.

Siendo las 9 a.m. efectivos del ejército lo presentaron como guerrillero dado de baja en el caserío de Costa Rica, municipio del Valle del Guamuez. Cuando las autoridades civiles se enteraron del crimen asumieron el trámite de recuperación del cuerpo ante los militares. 

Este crimen permanece en la impunidad, las lógicas de operación militar en el Putumayo reeditan esas prácticas de terror años después y los mandos de las estructuras armadas institucionales han sido ascendidos y gozan de los privilegios

Su sangre derramada ha sido semilla de fortaleza, esperanza y resistencia para la comunidad, su voz profética y martirial no ha callado, sigue susurrando entre las filigranas de la dignidad que enfrentan el terror.

José Calixto Cueltán Imbacuán en la memoria
José Calixto Cueltán Imbacuán Sin Olvido 

viernes, 26 de abril de 2019

Carlos Pizarro Leongómez

Abril 26 de 1990

Carlos Pizarro Leongómez nacido en la ciudad de Cartagena el 6 de Junio de 1951 inició sus estudios en la facultad de Derecho en la Universidad Javeriana en donde participó de primera y única huelga estudiantil de la institución esta actividad revolucionaria le costó su expulsión. 

Después ingresa a la Universidad Nacional de Colombia, donde culmina sus estudios, allí alimentó su interés por la vida política y empezó a vincularse activamente a organizaciones como la JUCO, que avivaron su pasión y sus convicciones sobre una Colombia distinta. 

Tras militar en las FARC y diferir con sus comandantes en la forma que llevaban sus acciones, Pizarro, junto con Jaime Bateman, Álvaro Fayad, Bernardo Jaramillo y otros, fundan el Movimiento 19 de Abril, M-19.

Carlos Pizarro, se convirtió rápidamente en uno de los más importantes dirigentes del M-19. En septiembre de 1979 en el gobierno de Julio César Turbay, fue capturado y llevado a la cárcel La Picota, en Bogotá, en donde permaneció detenido 3 años.

Carlos Pizarro siguió insistiendo en establecer un dialogo por la paz, en 1900 un sueño nuevo que forjaban desde sus ideas de revolución dejando las armas y conformando el partido de la Alianza Democrática M-19, año en que se lanzó como candidato a las elecciones de alcaldía en Bogotá y posteriormente como candidato a la presidencia. Durante su campaña siempre afirmo: "Ofrecemos algo elemental, simple y sencillo: que la vida no sea asesinada en primavera".

La estrategia paramilitar que lo asesinó, se justificó en una supuesta política doble por parte de la Unión Patriótica y en general de aquellos partidos que aún hoy, representan la oposición colombiana. 

La represión, convertida en balas, asesinó a Carlos Pizarro Leongómez el 26 de Abril de 1990, siendo candidato presidencial por la Alianza Democrática M-19, un día oscuro para nuestra historia, balas para el cuerpo de un hombre, gritos de muerte para una multitud.

Su avión de Bogotá a Barranquilla no había despegado, y ya Gerardo Gutiérrez Uribe, alias Yerri, había disparado hacia el candidato presidencial por órdenes de Carlos Castaño Gil, jefe de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU). El verdugo de Pizarro sin embargo, fue asesinado recibiendo cuatro disparos por Jaime Ernesto Gómez Múñoz, exagente del DAS y ex escolta del candidato. 

Ese día se aniquilaron los anhelos de este hombre de 39 años que tenía para un pueblo entero. Corrió la gente por la calle, cantando su nombre, llorando su adiós, gritando en nombre de un pueblo dolido y cansado, abrazando todavía los sueños firmes.

Años de dolor que hoy se despiertan con esperanzas de paz, aún hoy queremos hacernos responsables de una actitud política de paz, de justicia. Donde se nos exige creer y actuar por un país diferente, no hemos olvidado, no hemos dejado de soñar y no vamos a dejar de trabajar.

Recordamos a Carlos Pizarro, pues en nuestro tiempo, todavía tiene qué decirnos, más de dos décadas después de exigir una constituyente, seguimos siendo llamados a la paz, un proceso que requiere de coherencia, de voluntad, de justicia y de memoria.

Carlos Pizarro, en la memoria
Carlos Pizarro Sin Olvido

miércoles, 24 de abril de 2019

Julio Daniel Chaparro Hurtado y Jorge Enrique Torres Navas


24 de abril de 1991


El 24 de Abril de 1991, el Periodista Julio Daniel Chaparro Hurtado y el fotógrafo Jorge Enrique Torres Navas fueron asesinados en Segovia, Antioquia, mientras ejecutaban una labor periodística sobre la historia de la violencia de esta zona para el diario El Espectador


Segovia, municipio del nordeste antioqueño, no solo fue epicentro de una amplia agitación social por parte de diversos movimientos de izquierda (campesinos, obrero-patronales e incluso estudiantiles) que en la década de los 80 se manifestaban con rigor y alcanzaban significativa representación política en el pueblo minero. El 11 de noviembre de 1988, Segovia fue epicentro de una atroz masacre perpetrada por grupos paramilitares de la familia Castaño.

Su viaje tenía el objetivo de informar cómo paso la violencia en estas comunidades, luego de su paso por varios pueblos y corregimientos del país, en donde se toparon con diferentes grupos armados como narcotraficantes, paramilitares, militares y guerrilleros se dieron cuenta que esta era guerra sin salida, pero que aun así las diferentes comunidades continuaban su vida resistiendo. 

Jorge Enrique recibió varios reconocimientos y premios, entre ellos el premio Planeta, por lo que fue un reconocido fotógrafo.

Julio Daniel nació en Sogamoso, en su juventud hizo parte de la Juventud Comunista, JUCO, estudió Lingüística y Literatura en la Universidad de la Sabana, fue reconocido por sus poesías y sus crónicas periodísticas, por lo que trabajo en el Espectador desde 1990. Fue cercano a la Unión Patriótica  fundó la Revista Oriente en la ciudad de Villavicencio, publicó los libros “Y éramos como soles” en 1986, “País de mis ojos” en 1988 y “Árbol ávido” en 1991.

El 24 de abril de 1991 fueron asesinados Julio Daniel Chaparro Hurtado y Jorge Enrique Torres Navas, sus cuerpos fueron dejados a la deriva, hasta las 10:30 de la noche llegó un policía que hizo el levantamiento de los cadáveres. Una jueza de instrucción criminal asumió el caso 24 horas más tarde.


Sin una investigación formal el rumor de que los autores habían sido miembros de las FARC-EP, quienes supuestamente los habían confundido con agentes de inteligencia militar.



A esta supuesta pista contribuyeron rápidamente dos hechos. Las declaraciones del comandante de la Policía de Segovia, quien entonces manifestó que en el último año no se había sentido acción de grupo paramilitar alguno y éstos delinquían muy lejos; y el falso informe que habrían suministrado milicianos del ELN a las FARC, en el sentido de que habían visto a los periodistas en la XIV Brigada del Ejército en Puerto Berrío. El IV frente de las FARC xpidió un comunicado para negar su autoría en los crímenes, que poco o nada fue tenido en cuenta.

A raíz del doble asesinato, el entonces presidente César Gaviria hizo pública una declaración comprometiéndose a una “investigación completa y pronta para detener, juzgar y condenar a los culpables de esta agresión contra la libertad de prensa”. En 2018 el caso fue declarado como crimen de guerra, por tanto, debe continuarse con el esclarecimiento de los hechos y responsabilidades, se espera que no haya más impunidad. 

El asesinato de Julio Daniel Chaparro Hurtado y Jorge Enrique Torres Navas, a partir de determinarse como crimen de guerra en 2018 por la Fiscalía General de la Nación, indicó que este fue perpetrado por el comando central (Coce) de la guerrilla del ELN, por ello hasta febrero de 2019, el Fiscal 6 Especializado contra Violaciones a Derechos Humanos, decidió hacer apertura de indagatoria a Israel Ramírez alias "Pablo Beltrán", Nicolás Rodríguez alias "Gabino" y Eliécer Chamorro alias "Antonio García", miembros del ELN, emitiendo orden de captura para que comparezcan al proceso. 


Julio Daniel Chaparro Hurtado y Jorge Enrique Torres Navas en la Memoria.

Julio Daniel Chaparro Hurtado y Jorge Enrique Torres Navas Sin Olvido.

martes, 23 de abril de 2019

Guillermo Rivera Fúquene

Abril 22 de 2008 


El 22 de Abril de 2008 el líder sindical y político Guillermo Rivera Fúquene fue desaparecido en la Carrera 25 sur No. 51 – 80, en el sector del Tunal en la ciudad de Bogotá mientras trotaba luego de dejar a su hija menor en la ruta del colegio.

Guillermo Rivera era esposo de Sonia Betancur, y padre de dos niñas; fue economista de la Universidad Autónoma, y además cursó una maestría en la Universidad Javeriana, hizo parte del sindicato de la Contralaría de Bogotá, mientras era militante del Partido Comunista Colombiano y del Polo Democrático Alternativo.

El 22 de Abril, no solo se perdió a un líder y asesor político, se perdió un excelente esposo, padre y amigo, que en horas de la mañana llevó a su hija menor a esperar la ruta del colegio, y luego de esto trotó en el barrio en el que vivía en donde creía estaba a salvo, no sabía que agentes policiales lo obligarían a subirse en una patrulla, que lo llevó camino a su ejecución.

Testigos que se encontraban a las afueras del Conjunto Multifamiliar Norte de Santander, ubicado en Bogotá y una cámara de seguridad, proporcionaron las pruebas suficientes para que ese mismo día la Comisión Búsqueda de Personas Desaparecidas (CBPD) iniciara la búsqueda urgente de Guillermo Rivera Fúquene ante el Físcal 98 de Unidad Nacional de Derechos Humanos, aun así la búsqueda fue inútil.

El 24 de Abril fueron encontrados los restos de Guillermo Rivera en un botadero de basura en la vía al Río Combeiba en al caserío de Totumo,  que evidenciaron los maltratos y las diferentes torturas que recibió su humanidad como golpes en el rostro y contusiones en diferentes partes del cuerpo, y signos de muerte por estrangulamiento.

Dos días después, el 26 de Abril fue entregado como NN al cementerio San Bonifacio de Ibagué.

84 días después de su desaparición, el 15 de Julio la Fiscalía dactilar, y así pudieron comprobar que se trataba del cadáver de Guillermo Rivera, finalmente sus restos fueron sepultados en Bogotá el 17 de Julio de 2008. En 2015 el crimen fue condenado por las fuerzas políticas y sociales en Bogotá, sin embargo, el crimen continúa en la impunidad.

Cada año su familia, amigos, vecinos y defensores de Derechos Humanos recuerdan a Guillermo Rivera Fúquene, pegando su fotografía en el lugar que fue visto con vida por última vez.


Guillermo Rivera Fúquene en la Memoria.
Guillermo Rivera Fúquene Sin Olvido.

sábado, 20 de abril de 2019

Eduardo Ávila Fonseca

Abril 20 de 1993

Eduardo Ávila Fonseca había sido el guardaespaldas de Carlos Pizarro León Gómez candidato a la presidencia por el partido Alianza Democrática M-19. Fue detenido y desaparecido el 20 de Abril de 1993, visto por última vez a las seis de la tarde por su hermana. Ese día fue abordado por cuatro hombres en la carrera 13 con 63 en la ciudad de Bogotá, ellos, vestidos de civiles y con armas, obligaron a Eduardo a subir a un taxi, lo subieron a la fuerza al vehículo mientras lo golpeaban y posteriormente lo desaparecieron.


Su familia fue informada de su detención dos horas después y decidieron empezar una búsqueda larga, angustiosa y sin respuestas, dónde nadie les dio razón de Eduardo.

Luego de lo sucedido, emergieron múltiples versiones, pero debido al incansable deseo de la familia por encontrar la verdad, se pudo conocer que Eduardo fue detenido y desaparecido por agentes de la SIJIN.

Su cuerpo sin vida fue encontrado tiempo después, sin hallar respuesta alguna del porqué de su detención, desaparición y ejecución extrajudicial.  Años después la búsqueda incansable por esa verdad y de persistencia para que existan procesos de investigación que lleve al esclarecimiento de los hechos y a la Justicia, no se ha logrado esclarecer la verdad.

Colombia, un país que insiste una vez más en transformar este contexto que nos aflige a todos y a todas, que se ha llevado campesinos, campesinas, indígenas, mujeres y hombres. Paz con justicia social, es el reclamo de una Colombia que está cansada de sufrir, de cientos que lloran a sus hermanos y a sus líderes.

Hoy entonces, recordando a Eduardo Ávila, debe ser significado no de un sueño, sino un impulso real a trabajar, a cuestionar, a denunciar.

Las palabras de Gladys Ávila Fonseca hermana de Eduardo, hoy tiene más significado que nunca, que nos llama como pueblo, que reclama del Estado respeto,

Hasta que nuestra patria Colombia, escuche la voz del dolor, hasta que no desaparezcan más, hasta cuando se permita pensar, hasta cuando no se violen los derechos humanos, hasta cuando exista justicia y verdad. Eduardo Ávila, seguirá presente en la memoria. Eduardo una víctima más del crimen de estado en Colombia.

Eduardo Ávila, Fonseca en la Memoria
Eduardo Ávila Fonseca Sin Olvido.

viernes, 19 de abril de 2019

Masacre de jóvenes Punta del Este

19 de abril 2005

El 19 de abril, en la ciudad de Buenaventura, departamento del valle, asesinaron a once jóvenes, los cuales sus cuerpos fueron encontrados dos días después junto a un joven más, aparentemente asesinado el día anterior.

El atroz asesinato de estos doce jóvenes corresponde al accionar de estructuras de estrategias militares encubierta de tipo paramilitar en Buenaventura, en un contexto de aplicación de la política de “Seguridad Democrática”, de la red de informantes y cooperantes implementada por el gobierno colombiano.

Han pasado los años sin esclarecer ninguna verdad, un hecho violento, una injusticia, que desde aquel martes 19 de abril, cuando dos hombres llegaron hacia el mediodía al barrio Punta del Este de la ciudad de Buenaventura, y a base de  engaños sacaron del barrio a 11 jóvenes, entre 18 y 21 años de edad , con la excusa de jugar un partido de futbol en la localidad de Dagua en el  departamento del valle, con la promesa de pagarles doscientos mil pesos, sin pensar que la muerte estaba recorriendo sus respiros.

Ese día los jóvenes fueron engañados uno por uno en el barrio Punta del Este, por personas que se movilizaban en una motocicleta y reunidos frente a una casa ubicada en el barrio Santa Cruz, en Buenaventura. En ese lugar los estaban esperando varios hombres, quienes los invitaron abordar un colectivo de servicio público que los llevaría al sitio donde se realizaría el partido de fútbol bajo prometiendo que el ganador se llevaría un monto de doscientos mil pesos.

Los jóvenes que murieron en ese fastidio día fueron: RODOLFO VALENCIA BENITEZ, VICTOR ALFONSO ANGULO MOSQUERA, LUIS MARIO GARCIA VALENCIA, HUGO ARMANDO MONDRAGON VALENCIA, PEDRO LUIS ARAMBURO CANGA, RUBEN DARIO VALENCIA ARAMBURO, CARLOS JAVIER SEGURA BELALCAZAR, MANUEL CONCEPCIÓN RENTERIA VALENCIA, MANUEL JAIR ANGULO MONDRAGÓN, CARLOS ARBEY VALENCIA GARCIA y LEONEL GARCIA. 

Cuando se encontraban a las afueras de la ciudad el vehículo fue desviado de la ruta y abordado por cuatro hombres armados que se identificaron como paramilitares. Las unidades de estrategia militar encubierta de tipo paramilitar, desviaron el vehículo hasta el estero de San Antonio-bodegas de Cilano, sitio que se conoce en Buenaventura como el cementerio clandestino creado por las estructuras paramilitares.

Al llegar al sitio, los obligaron bajar del vehículo a los jóvenes. Con los cordones de sus propios zapatos, les ataron las manos a la espalda y de forma abrupta los obligaron a tirarse al piso y posteriormente se dispusieron a asesinarlos con disparos a quemarropa en la cabeza.

Los cuerpos sin vida de los once jóvenes fueron arrojados al mar, sin piedad alguna, sin sepultura digna, sin decir las últimas palabras, sin despedirse del mundo externo, sin cumplir los sueños, sin construir una vida digna y sin el derecho a seguir viviendo.

Dos días después, los cuerpos sin vida de los once jóvenes fueron encontrados junto a otro cadáver, otro joven asesinado por las mismas estructuras, parece ser que su asesinato fue el 18 de abril ya que la fecha no pudo ser identificada.

La impunidad del crimen la afianzo el Juzgado Segundo Penal del Circuito especializado de Buga (Valle), al no reconocer que la autoría de la masacre fue responsabilidad de las estructuras paramilitares que actuaron y en la actualidad siguen actuando en ese puerto del pacífico.

La investigación que fue iniciada con el radicado No.2164 por parte de la fiscalía 38 de la unidad nacional de derechos humanos de la fiscalía con sede en Cali. El investigador dijo tener los méritos suficientes para decidir la ruptura de la unidad procesal y pasar a juicio, en la premura de mostrar resultados, a nueve paramilitares varios de los cuales habían participado en procesos públicos de desmovilización con el gobierno.

En el radicado No. 2006-00117, el Juzgado Segundo Penal de Circuito Especializado de Buga, adelantó la etapa de juicio y declaró sentencia condenatoria contra cuatro de los paramilitares, sin embargo dejó muy claro que para él no hay méritos en la investigación adelantada por la fiscalía que comprueben la pertenencia de los condenados a estructuras paramilitares, por lo que su actuación obedeció a juicios de delincuencia común.

La corrupción, mentira, injusticia, impunidad, navegan dentro de este hecho, acontecimiento macabro de seres insensatos, acto bullidor que dejó marca en todo un pueblo, un país y en los corazones de sus familiares que día a día derraman lagrimas de recuerdos y sufrimiento deseando que sus muertes no fuesen reales.

Los condenados a cuarenta años de prisión fueron: JOSE RAMON RENTERIA VALENCIA, GUIDO FRANCOIS MATAMBA MANYOMA, CARLOS JAVIER CAICEDO GRANADOS Y DAGOBERTO CAICEDO BENITEZ, por delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir y fabricación, tráfico y porte de armas de fuego y municiones.

Del mismo modo, el juez remitió a los restantes cinco paramilitares, uno de los cuales se reconoció como desmovilizado del “Bloque Calima” y conocido como ¨ el chespi¨, su verdadero nombre es JEFFERSON BONILLA GÓMEZ. También fueron absueltos los paramilitares EVERT GONZALEZ VALENCIA, MANUEL ANTONIO RODRIGUEZ, GOBERT CARABALI GOMEZ Y HAROLD WILSON CASTILLO FIGUEROA. Esta decisión fue tomada por el juez cuando afirmó que no se encontraron méritos que demostraran su pertenencia a un grupo paramilitar ni participación en la masacre.

La Sentencia fue solicitada por la defensa de los victimarios y fue remitida al Tribunal Superior del Distrito de Buga- Valle, quien confirmó la sentencia de octubre de 2008. Tres de los cuatro condenados interpusieron recurso extraordinario de casación contra la decisión del Tribunal, el cual fue concedido el 02 de marzo del 2009.

Los familiares estaban en espera de la decisión del Tribunal Superior de Cali para que se ratificara la decisión de condena. Y pasaran los años y los familiares seguirán sin respuestas sobre el por qué fueron masacrados sus hijos, quienes dieron la orden, quiénes se han beneficiado con este crimen.

La justicia solo se ha dirigido algunos autores del crimen, los desconocen como parte de las estructuras paramilitares e hicieron ver este crimen como un ajuste de cuentas. No se ha indagado por la responsabilidad en acción y omisión de la policía del municipio de Buenaventura, además las estructuras que mantienen militarizada la vida de los pobladores del barrio Punta del Este y demás barrios de bajamar en este puerto del pacífico.

La Fiscalía dentro de la investigación, tan solo ubicó la “responsabilidad”, con frágil material evidenciable, en nueve paramilitares pertenecientes al denominado “Bloque Calima”, pero nunca los vinculó a quienes se han reconocido públicamente como sus comandantes, como el caso de Diego Murillo conocido como “DON BERNA” y de Éver Veloza o Hernán Hernández conocido como “H.H.”.

Hasta hoy no se ha judicializado a los autores intelectuales ni materiales el caso sigue en absoluta impunidad. Lo mismo ha sucedido con miles de muertes de jóvenes afrocolombianos y afrocolombianas que se encuentran actualmente en la impunidad. Las cifras de Medicina Legal, muestran que para el año 2006 hubo 592 asesinatos en Buenaventura, en el 2007 se presentaron 527 casos, en el 2008 el conflicto armado cobró 360 vidas y en el año 2009 los muertos por homicidios ascendieron a 321 casos, cifra dentro de la cual falta incluir 11 feminicidios. "Registros oficiales indican que entre los años 2003 y 2010 fueron asesinados 1.922 personas, de las cuales 1.338 eran jóvenes entre los 15 y los 35 años, lo que representa un 67% del total de las víctimas del periodo indicado", así lo afirman las organizaciones de comunidades, mujeres y grupos étnicos.

La impunidad de la masacre de los jóvenes de Punta del Este quedo en el olvido de la injusticia, garantiza la repetición una y otra vez de los crímenes, así se pretendan ocultar o disfrazar en la idea que obedece a pelea de “pandillas”, “delincuencia común” o“bandas emergentes”. Queda en las familias y en los pobladores afrodescendientes del barrio Punta del Este en Buenaventura, la afirmación de la memoria como resistencia a la impunidad que se impone desde el aparato de la No-Justicia, como respuesta a la militarización de la vida de los afrodescendientes, como denuncia ante los anuncios de repetición a través de la mal llamada “limpieza social”. Nuevamente en las calles de Buenaventura, caminó la memoria de los jóvenes de Punta del Este, a través de sus madres, padres, hermanos, amigos y conocidos. Por ello nuevamente andará la memoria por los barrios de Buenaventura y en el Bajo Calima cuando se encuentren jóvenes sobrevivientes en una afirmación de la verdad, de la justicia y la exigencia de no repetición.

Jóvenes Punta del Este en la Memoria
Jóvenes Punta del Este Sin olvido


jueves, 18 de abril de 2019

Eduardo Umaña Mendoz


18 de abril de 1998

Los noventas huelen a humo de silenciador. Silenciador de bala, de calle, de pasamontañas, de orejas, sentidos, ojos, de niños y ancianos. Los dos mil, saben a lágrima salada, cansado desplazado, dormida conciencia.

Eduardo Umaña Mendoza, amigo del alma, amigo de sueños, amigo de travesuras. Eduardo hijo del maestro Eduardo Umaña Luna, abogado penalista y de una bella mujer, Chely, su incansable cómplice.

Su incansable búsqueda de la verdad lo llevó a defender importantes casos en pro de los derechos humanos. Había seguido el caso de los desaparecidos del Palacio de Justicia, defendió a sindicalistas y a numerosas víctimas de violaciones a los derechos humanos.

Después de las múltiples amenazas que recibió en su vida, José Eduardo Umaña, fue asesinado, sus victimarios desarrollaron una acción encubierta dirigida desde una Brigada militar, luego de que dos hombres y una mujer al haberse hecho pasar por periodistas entraron a su oficina y trataron de secuestrarlo. Eduardo se negó a ser llevado a la fuerza. Siempre lo había dicho si vienen por mí y me pretenden desaparecer yo no me dejo llevar. Por eso, le dispararon.

Un sábado 18 de abril, antes del medio día, en su apartamento, lugar habitado por la búsqueda insaciable de la justicia, espacio pequeño que albergó grandes ideales, en que se dispersaron humaredas de cigarrillo para apaciguar la ansiedad, en que se esparció el aroma del café por todo rincón, en ese nicho de acogida, en donde el llanto de los excluidos encontraba reposo, los perseguidos judicialmente encontraban esperanzas, y las víctimas de Crímenes de Estado una mano amiga, en ese recinto fue asesinado José Eduardo Umaña.

Su opción por la vida, justicia real como democracia plena, derechos de los pueblos como concreción de los derechos humanos, lo llevó a asumir la posibilidad de saberse cierto de la tortura, la desaparición forzosa o de su asesinato del Estado, por eso prefirió morir enfrentando a sus victimarios, se enfrentó a aquellos que fueron a cumplir la misión que otros, diseñaron y definieron, esos otros que hoy siguen disfrutando de  pensiones militares, usufructuando el poder político y económico en Colombia.

La primera orientación de la investigación permitió evidenciar el papel desempeñado por los miembros de las fuerzas armadas y del Cuerpo Técnico de Investigación, CTI, de la Fiscalía la que se fue diluyendo en medio de un montaje procesal con un falso "testimonio espontáneo" de un detenido de la prisión de Guaduas que dijo conocer los asesinos de José Eduardo Umaña Mendoza.



Años después, Salvatore Mancuso confesó ante la Fiscalía que el asesinato de Umaña Mendoza se dió bajo la orden de las AUC, después de que se reunieran sus jefes, entre los que se encontraba Carlos Castaño, en una finca de nombre “La Marranera”. Su versión inicial y la forma como fue divulgada la noticia por las fuente oficiales ocultaron los nombres de los responsables en altos mando militares de su asesinato. En  2011, el caso fue llevado por la esposa Patricia y su hijo Camilo iniciaron una demanda al Estado colombiano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Dos días después de su asesinato, el 20 de abril cuando fue inhumado se experimentó como ese día gris, un gran llanto y un gran dolor, entre ellas se reflejó su gran compromiso con la gente, con la victimas, su ingenio para reivindicar los derechos humanos, su audacia para afirmar los derechos de los pueblos, su valentía para enunciar fuertemente lo que muchos temían decir, para construir una y otra vez un país donde fuera posible vivir.

Camilo Umaña Hernández, expresión del hijo, pero también de esa sensibilidad de la madre, la compañera, Patricia, la lealtad suprema, la incondicional: “Estos  años de injusticia e indignación no podrían ser subtitulados de muerte porque la vida de mi padre ha brotado en muchas partes, formas y personas. Estos son años de una profunda trascendencia que se siente en el colegio Eduardo Umaña Mendoza, en grupos de debate, universidades, activistas, defensores de derechos humanos y sindicatos. En estos años bien vale hacer una acción de gracias. Con los pies firmes, agradecer a Eduardo Umaña Mendoza por no doblegarse, por insistir, por su ternura y solidaridad con los desaparecidos, con los muertos y torturados, con los puestos injustamente en prisión y con los que buscan otro futuro para su país. muchos años de “más vale morir por algo que vivir por nada”.


Esa es nuestra certeza, esa es nuestra experiencia, ese es nuestro sentir, en la memoria continuamos elaborando el duelo de aquel que nos inspiró, quien nos inspira a construir y a enfrentar, como el Quijote. A luchar y a imaginar un país alegre, bello, justo y en paz.

Recae en cada ser humano, entonces, la responsabilidad, no sólo de conmemorar su muerte sino de procurar siempre la verdad, la defensa de los Derechos Humanos, la justicia y la paz. Procurar que la memoria sea un paso más en la construcción de una nueva sociedad, que sus palabras sigan inspirando a muchos y muchas

José Eduardo Umaña Mendoza, en la Memoria.
José Eduardo Umaña Mendoza, Sin Olvido.


miércoles, 17 de abril de 2019

Padre Tiberio de Jesús Fernández

17 de abril de 1990 

Trujillo es un municipio al norte del departamento del Valle del Cauca que vive del café, bañado por aguas que desembocan en el río Cauca, ese mismo en el fueron arrojados los restos del Padre Tiberio tras un episodio de terror.
En Abril de 1990, Trujillo sufre la violencia sistemática por parte de La Fuerza Pública en alianza con el narcotráfico y los paramilitares. Cientos de campesinas y campesinos, fueron desaparecidos, torturados y asesinados en este lamentable capítulo de la historia colombiana.
Cada noche, hombres encapuchados se llevaron a quienes acusaban de colaborar con la guerrilla, los sacaron de sus casas y desaparecieron para regresar la noche siguiente. El 17 de Abril, se llevaron al Padre Tiberio y a su sobrina, diciéndole al pueblo que no regresaría con vida. Al llevárselos obligaron al Padre Tiberio a presenciar la violación y muerte de su sobrina, después fue torturado y desmembrado.
Su cuerpo cercenado apareció días después, el 24 de Abril. Un golpe para todo el pueblo, una herida profunda a la comunidad que llevaba semanas completas sumida en la incertidumbre y el dolor. El asesinato de Tiberio se debió a su negativa de abandonar a la gente en un momento tan difícil, se negó al silencio, asesinado porque en medio de tanto llanto, su voz se hizo colectiva, se hizo esperanza.
El homicidio del Padre Tiberio de Jesús Fernández, trae consigo la masacre del pueblo de Trujillo, el dolor de muchos; su homicidio representa no la muerte de un hombre, sino la muerte de cientos de hombres y mujeres, representa la injusticia y la violencia que ha sufrido y continúa sufriendo Colombia.
A pesar de que el 31 de enero de 1996, el Estado reconoce su responsabilidad en la Masacre, Trujillo es condenada al olvido y a la impunidad. El caso fue llevado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y sin embargo el Coronel Alirio Antonio Urueña Jaramillo es absuelto, andando libre por casi 18 años, sólo 11 años después, alias “El alacrán” es judicializado, pero únicamente por narcotráfico. Diego Montoya, un capo de la región siquiera había sido vinculado a tal episodio. El municipio sufrió además el abandono del estado y del pueblo colombiano, sufrimiento que sólo puede reproducir la violencia.
El Padre Tiberio sigue vivo en la enseñanza que le dejó al pueblo de Trujillo, murió comprometido con la gente y no en vano, porque la lucha continúa, persiste en quienes decidieron no callar.

Padre Tiberio, en la memoria
Padre Tiberio Sin Olvido.

domingo, 14 de abril de 2019

Juana Bautista Ángulo Hinestroza


14 de Abril de 2001 

Aquel 14 de abril del 2001 sigue vivo entre generaciones, en la lucha contra la impunidad, el asesinato, al abuso múltiple de Juana Bautista Angulo Hinestroza sigue conmocionando. 

Por su condición de retardo mental, el miedo a la oscuridad, y a la corriente del Río Naya,  no se embarcó con la totalidad de la comunidad en el momento del desplazamiento. A pesar de los intentos para que ella se subiera a la nave de madera ella prefirió esperar oculta en su casa al regreso de su familia y su comunidad, nadie se podía imaginar que los victimarios pudieran abusar tan absurdamente de su poder. 

Días después, al regresar al caserío de Cascajito, la comunidad de afronnayeros encontraron que los paramilitares del Bloque Calima con su invasión apoyada por la Brigada III y financiando por empresarios y auspiciada por políticos, encontraron a Juana con sus prendas de vestir rasgadas, boca abajo sin vida. Una pequeña corriente de agua cruzaba su cuerpo sin vida, quizás arrastrando el llanto del territorio, de los afrocolombianos, el de Juana y el de  mil familias desplazadas.

A pesar de las exigencias en el marco de la justicia ordinaria, y de la Ley 975, a pesar de que exista una Ley de Víctimas, de Restitución de Tierras y el Gobierno Nacional hable de voluntad para  lograr paz, la construcción de la memoria colectiva ha dado sentido al arraigo, a la posibilidad de la paz con justicia socioambiental.

Ha sido en memoria de Juana y del desplazamiento forzado que las comunidades se han negado a las operaciones empresariales mineras, las han expulsado de su territorio, ha sido su conciencia la que ha ido planteando alternativas a las siembras de coca siendo desoídos por los gobiernos.

En la Ley 975 las versiones de los paramilitares dan indicios de otros responsables que se ocultan tras el paramilitarismo, pero la llamada justicia en Colombia, nada ha investigado. Los famosos máximos responsables no existen, no aparecen, pero las víctimas saben que viven con mucha riqueza, con mucho poder político, económico y militar.


En la memoria de Juana y de su desplazamiento, se arraigan, se ríen, festejan y viven en su Naya, en sus aguas, en casas labradas con amor. 
Juana Bautista Angulo Hinestroza en la Memoria 
Juana Bautista Angulo Hinestroza Sin Olvido 


jueves, 11 de abril de 2019

Doris Valenzuela

11 de abril de 2018 

Doris Valenzuela fue una mujer carismática, una líder social innata, una madre y mujer luchadora incansable, una defensora de su tierra, sus derechos y de quienes la habitan. Doris nació en 1979 en Buenaventura, Valle del Cauca.

Era integrante de Comunidades Construyendo Paz en los Territorios, Conpaz, una organización conformada por afrodescendientes, indígenas y campesinos que defienden la justicia social y ambiental.

Desde el año 2014 se conoció su voz, cuando en febrero de ese año escuchó gritos de personas en una casa que estaba ubicada en frente de la suya. Sin tener conocimiento de quienes gritaban o que pasaba al interior del lugar, se dirigió con las autoridades, para denunciar y poner en conocimiento lo que ocurría.

Desde aquel momento, Doris denunció las casas de Pique en Buenaventura, donde se desmembraba a quién no pagara algún tipo de extorsión o vacuna, manifestó su negativa por la violación de derechos humanos a lo largo de su territorio y sobre la continuidad de operaciones por diferentes grupos armados.

A partir de ello, empezó a ser perseguida, identificada y violentada. Bandas criminales y paramilitares empezaron a amenazarla de muerte junto a su familia, por lo que, debió desplazarse a Jamundí para sobrevivir.

Para contrarrestar el riesgo la Unidad Nacional de Protección, UNP, le asignó un escolta para ella y el resto de sus familiares. Hasta abril de 2014, luego de qué se creará el Espacio Humanitario Puente Nayero, barrio La Playita, Doris pudo retornar a su tierra, con medidas cautelares para toda su comunidad, asignadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, sin embargo, esto no fue suficiente.

En 2015, Cristian su hijo de 17 años fue sacado de una tienda, llevado a una casa de pique, apuñalado e impactado por cinco tiros de bala en diferentes partes de su cuerpo, logro huir y aunque fue asistido, murió, en el hospital Luis Ablanque de la Plata, en Buenaventura.

Ante las amenazas, las sombras que la asediaban y la perdida de dos de sus hijos, es acogida junto con su familia por el Programa de Protección Temporal de Defensores y Defensoras de los Derechos Humanos por Amnistía Internacional. Allí le fue posible residir de manera segura con dos de sus hijas una de 20 años y otra de 18, con su hijo de 15 años, durante 15 meses en La Palma, Murcia, España.

Hasta que finalmente la violencia de género alcanzó y apagó su vida el 11 de abril de 2018 a las 3:50 p.m. en la Calle San Félix, cuando su pareja de 47 años la asesino cuando ella tenía 39 y se encontraba en un proceso de divorcio, ella siempre tuvo un caparazón, siempre negaba ser víctima de malos tratos por su pareja y afirmaba “Soy una superviviente”.

Nadie esperó que la violencia armada que la llevo a refugiarse fuera del país, no tomara su vida, a pesar de las graves heridas sobre su vida, su familia y su tierra ocasionadas por la misma, y que la pérdida de su  vivir fuese por quien un día entrego su compromiso y lealtad.

Así como en algún momento indicó dar dos de sus hijos en medio del conflicto armado de Colombia, su vida fue segada y sumada a cientos de casos por violencia intrafamiliar y de género, sin embargo, el dolor, las lágrimas y la angustia por la pérdida de Doris, no hacen que su memoria se olvide, porque su alma sigue viva ante el amor y la resistencia por los suyos, por su tierra, por su vida y porque el odio jamás fuera parte de su historia.

Doris Valenzuela en la Memoria
Doris Valenzuela Sin Olvido

Antonio Hernández Niño

11 de abril de 1986

Antonio Hernández Niño “Toño” como era llamado cariñosamente, nació en Bogotá el 23 de diciembre de 1960, como el menor entre 9 hermanos. Estudió su bachillerato en el Colegio interparroquial del Sur, dirigido por los religiosos Maristas, donde maduro en la fe cristiana que había recibido de sus padres.


El 11 de abril de 1986 Toño te llevamos en nuestra frágil memoria, apareces en la sede de la JTC, en la plaza de Bolívar o en la transformada carrera décima, allí nos despedimos, la última noche, que nos vimos, horas antes de aquel día. Esos días después tocaron la piel, el corazón, el alma, hicieron hacer aparecer fantasmas y sueños, por eso tal vez, estamos hoy donde estamos… Pero dejemos a otros, que hablen de ti, otros que estuvieron cerca y que compartieron tus sueños, nos falta aquí Yolanda, la comunicadora popular, abriendo caminos en la radio masiva, rompiendo mitos, sigues en su corazón, pero repetimos, mejor que hablen otros, los que escribieron “Aquellas Muertes que hicieron resplandecer la vida”.


Su padre Don José , uno de los primeros habitantes del barrio Tunjuelito, conoció de cerca al Padre Camilo Torres y trabajo junto a él, cuando iba allí con grupos de universitarios a desarrollar una experiencia piloto de trabajo social. El testimonio de Camilo marcó profundamente a Toño desde su niñez y conservó siempre una gran admiración por él.

Desde el colegio, Toño hizo parte de los grupos cristianos que buscaban comprometerse con la causa de la justicia. En 1982 se vinculó al equipo responsable de la revista Solidaridad.

En ese mismo año comenzó a hacerse sentir el alarmante fenómeno de la desaparición forzada de personas, como modalidad relativamente nueva de represión en Colombia, aunque en otros países latinoamericanos era ya práctica corriente. Un grupo de familias de personas desaparecidas, inspirándose en la lucha de las Madres de la Plaza de Mayo, de Argentina, comenzó a hacer manifestaciones públicas de denuncia todos los jueves, hacia el mediodía, por las calles centrales de Bogotá. Toño fue desde el comienzo uno de los incondicionales en esas marchas.


El 8 de abril de 1986 , en la noche, Toño participó en una reunión para preparar la visita a Colombia de Juan Pablo II. Luego de la reunión y de tomar un café con otro compañero en la cafetería “Sahara” en un lugar céntrico de Bogotá. Toño se despidió para tomar un bus hacia su casa, donde nunca llegó.


Entre el 9 y el 11 de Abril, su familia y sus amigos lo buscaron incansablemente.

El viernes 11 de abril, su cadáver apareció en un basurero, en el kilómetro 10 de la carretera del norte. La necropsia dictaminó que la muerte se había producido pocas horas antes. Tenía los ojos vendados y las manos atadas. Su cuerpo presentaba hematomas .

En 2014 se supo que su desaparición y posterior asesinato fue en manos del  ex Sargento Viceprimero Bernardo Alonso Garzón– ex Agente de inteligencia del COICI-Comando Operativo de Inteligencia y Contrainteligencia del Batallón Charry Solano involucrado en la preparación y/o ejecución de más de 30 desapariciones forzadas ocurridas en la ciudad de Bogotá entre 1984 y 1990.

Qué doloroso fue tomar conciencia de su ausencia. Pero a través del dolor descubrimos su presencia trascendente en todos los caminos de nuestras luchas, donde se forja, entre dolores y lágrimas, la realidad del hombre nuevo y de la nueva humanidad”.

Aquí con nosotros, sigues presente, entre cristianos entusiastas de la opción en y con los excluidos, aquí entre los riesgos que son propios de este avatar, cuando la indolencia y la intolerancia de pocos hace de las demás desgracias de vidas e historias.

Antonio Hernández en la Memoria
Antonio Hernández Sin Olvido

miércoles, 10 de abril de 2019

Luis Anibal Tascón

10 de abril de 1981 

El 10 de abril de 1981 el abogado egresado de la Universidad de Antioquia, exgobernador de las comunidades indígenas de Cristiania y el Alto de Andágueda, LUIS ANIBAL TASCÓN GONZÁLEZ, fue asesinado por un paramilitar que le disparó a quemarropa cuando se dirigía entre Andes y Jardín, en Antioquia.


Por el asesinato del dirigente y ante la ola de atropellos de que son víctimas los indígenas de la región desde hace varios años, estos han exigido severas investigaciones y medidas que pongan fin a la situación de amenazas, represión y asesinatos que les afecta y que según sus declaraciones son promovidos por terratenientes del lugar. Una comisión de la seccional del Comité por los Derechos Humanos de la capital antioqueña se desplazó al lugar con el fin de enterarse de los hechos. 

Luis Anibal Tascón en la Memoria 
Luis Anibal Tascón Sin Olvido

Fuente: Vidas Silenciadas


Padre Daniel Humbert Gillar

10 de abril de 1985
En la Ciudad de Cali, fue asesinado el Padre Daniel Humbert Gillar, quien era de nacionalidad belga y pertenecía a la Congregación de los Asuncionistas, llego a Colombia en 1965, trabajo en el colegio de su congregación en Bogotá, fue trasladado a Medellín, y por ultimo a Cali, donde fundó la Parroquia del Santo Evangelio, allí organizó talleres, que procuraban la formación de los pobladores de aquel sector empobrecido de Cali.

El día 10 de Abril alrededor de  la 1:10 de la madrugada el Padre Humbert se transportaba en su campero Nissan rojo de placas LE-O680 hacia la capilla Señor de los Milagros, ubicada en el barrio El Vergel, durante el trayecto se encontraban  obstáculos en la vía que impedía llegar hasta éste lugar, al devolverse notaron la presencia de un vehículo con uniformados del Ejército Nacional y civiles quienes los recibieron con ráfagas de ametralladora de frente y por ambos costados del Campero. De este ataque Nohemí Arévalo, secretaria de Cáritas y Rigoberto Cortés quedaron heridos, y el Padre Daniel debido a las lesiones por impacto de bala en su cráneo quedó estado vegetativo durante 195 días y después perdió la vida.

Para ocultar su crimen los hombres dispararon contra un transformador y dejaron sin luz eléctrica el sector y a los pobladores que aterrorizados se asomaban a las ventanas, los amenazaban.

Al día siguiente el Comandante de la III Brigada del Ejército, General Pedro Nel Molano, en un comunicado explicaría el hecho como “operaciones de control urbano que efectuaban integrantes de la fuerza pública”, quienes dispararon “contra desconocidos que se desplazaban en un campero”

En agosto de 1989, fue públicamente conocido el testimonio de un ex-agente de la DIJIN, quien revelaba en una carta al Procurador General de la Nación la responsabilidad del S-2 de Cali en el asesinato:  “El sacerdote belga, Padre Daniel Hubert Gillard, de la Comunidad Asuncionista, Párroco de la Parroquia del Santo Evangelio, en el barrio Antonio Nariño de Cali, también fue objeto de investigaciones y seguimientos por parte del S-2 de Cali, pues se consideraba que su trabajo llevaba a las gentes a hacer demasiadas exigencias al Gobierno. Un operativo conjunto del DAS y del Ejército preparó el atentado del que fue victima el 10 de abril de 1985. Esa noche lo esperaron cerca de la parroquia, lo dejaron pasar en su carro y a 10 metros le dieron la orden de “alto” la que él ya no podía oír, entonces dispararon contra él. Uno de los agentes que participó en el atentado fue el agente Méndez, apodado La Yegua, quien fue trasladado desde Bogotá con esa intención.

El Padre Gillard no murió en el atentado, pero quedó inconsciente y fue hospitalizado durante muchos días. Más tarde, el Capitán Rodríguez, del S-2 del Batallón de Cali, dio orden de quitarle el oxígeno, “para ayudarlo a  morir

A pesar que el asesinato del Padre Humbert fue realizado por parte del Ejercito y el DAS, la investigación fue asignada al Juez 107 de Instrucción Penal Militar, el cual, según la estructura jerárquica castrense depende del Comandante de la lll Brigada.

Como era de temerse, el Juez 107 de Instrucción Penal Militar absolvió a los militares implicados. Por su parte, la Procuraduría Delegada para las Fuerzas Militares ordenó el archivo del expediente, mediante auto del 2 de abril de 1988.

Padre Daniel Humbert Gillar en la memoria
Padre Daniel Humbert Gillar Sin Olvido.


Masacre del Naya


Abril de 2001

En abril de 2001, durante semana santa ocurrió la incursión paramilitar en el Naya, operación que contó con la anuencia, tolerancia y complicidad de unidades militares adscritas a los Batallones “Pichincha”, al mando del coronel TONY ALBERTO VARGAS PETECUA y el Capitán ANDRÉS ZAMBRANO y unidades militares del Batallón Palacé de Buga, ambos pertenecientes a la Tercera Brigada del ejército con sede en Cali. 

El 9 de Abril de 2001 paramilitares irrumpen en el poblado Concepción, Ubicado en el Alto Naya, utilizando niños como escudos humanos, zaqueando viviendas, arrojando decenas de pertenencias al río Naya. Al caer la noche los Afronayeros son obligados a desplazarse al bajo Naya, mientras que atrás en lo alto del Naya quedan los desaparecidos, los muertos y los torturados. Los siguientes dos días asesinan aproximadamente a 13 personas, entre ellos niños que fueron cercenados; Los paramilitares siguen llevándose por delante lo que encuentran en el camino, pasando por el punto El Ceral, los poblados La Vega y El Crucero por el camino que conduce a Río Minas, donde asesinan a otras 2 personas mas, En Río Minas asesinan a otros campesinos y después se trasladan a La Paz, allí, con una moto sierra, asesinan a una señora. 

El 11 de Abril siguen en el poblado el Placer, torturan a pobladores indígenas, los amenazan, queman y saquean casas. 

El viernes 13 de abril del 2001, las amenazas de muerte llegaron hacia las 5:30 p.m. a través de la presencia de los primeros tres paramilitares. Uno de ellos era un ex guerrillero del ELN conocido como “Peligro”. Los armados anunciaron la llegada de más de un centenar de paramilitares que se encontraban en el sitio conocido como “El Saltillo” y desde ese momento se generó el desplazamiento forzado en el bajo Naya. 

El sábado 14 de abril del 2001, mientras se desplazaban forzadamente los últimos pobladores, quedando muy pocos presentes en el caserío La Concepción, los paramilitares que seguían llegando desde el día anterior se dedicaron al festejo, se embriagaron, hurtaron y dañaron lo que encontraron a su paso. Un grupo de esos paramilitares se dirigió al caserío de Cascajito y encontraron a JUANA BAUTISTA ANGULO HINESTROZA, sola, porque su familia se había desplazado desde la noche anterior y ella no se unió a ellos porque no valoró el peligro, sufría de problemas mentales. 

JUANA BAUTISTA, afrodescendiente de 45 años de edad, quien a pesar de su retardo mental, fue abordada por los paramilitares, accedida carnalmente de manera violenta, torturada y posteriormente asesinada. JUANA BAUTISTA vivía con sus hermanas en la casa materna, ella se dedicaba a labores agrícolas familiares, la pesca en el río con catanga o nasa, utensilio tejido de paja utilizado como trampa de camarones, lavaba ropa en el río, en batea y se transportaba en su potrillo, embarcación de madera. 

Su cuerpo sin vida permaneció dos días a la intemperie, los paramilitares permanecieron en el caserío durante este tiempo e impidieron a los pobladores que se acercaran. 

Solo hasta el lunes 16 de abril de 2001, los paramilitares salieron del lugar y se trasladaron hacia los caseríos ubicados río abajo, entre Las Pavas y Dos Quebradas, donde saquearon y destruyeron bienes de los habitantes siguiendo su camino hacia el caserío de San Francisco Naya. 

Ese lunes, ocho pobladores que se habían desplazado, regresaron al caserío de Cascajito. Hallaron el cuerpo de la afronayera con los grabados de la barbarie, de los tratos crueles y degradantes. 

El martes 17 de abril, hacia las 10:00 a.m., JUANA BAUTISTA ANGULO HINESTROZA fue sepultada en el cementerio comunitario, ubicado en el sector de Guadualito. 

UN VIERNES SANTO EN EL MES DE ABRIL DEL AÑO 2010 el cuerpo de Juana Bautista es exhumado con el objetivo de determinar el modo de su asesinato, y buscar evidencias de quienes estuvieron detrás del desplazamiento. 

1 año después, EL 26 DE ABRIL DE 2011, EL cuerpo de Juana Bautista ES REGRESADO A SU FAMILIA Y A la comunidad, ese día fue la sepultura definitiva de los restos de Juana en el cementerio de La Concepción, en el territorio Nayero. Desde que sus restos retornaron al territorio, los alabaos, cantos propios del pacífico para acompañar los difuntos estuvieron presentes hasta su sepultura. 

Lo propio ancestral, se mezclo con los rituales de la tradición católica, muy arraigada en los afronayeros quienes recordaron lo sucedido el viernes santo con Jesús de Nazaret y juntaron al calvario, los hechos del viernes santo 13 de abril del 2001 con la incursión paramilitar. Al igual que Jesús, también Juana fue ultrajada y asesinada, también el pueblo afronayero fue crucificado. 

Una noche de acompañamiento y de ritual propio del pueblo afronayero, de nuevo la memoria sobre la vida de Juana, su liderazgo familiar, su situación de salud, las circunstancias de su muerte se hicieron presente y se relacionaron con la historia del pueblo, con sus 332 años de vida en el territorio marcada por la esclavitud y las luchas, la libertad y con los dolorosos hechos de abril del 2001 y se reafirmó una vez más, en medio del dolor y de la muerte, las luchas y trabajos por arraigar la vida en el territorio. 

Ese 26 su familia y amigos caminaron con Juana por su comunidad, por la orilla del río Naya, por los mismos lugares que ella anduvo durante sus años de vida, una de las estaciones fue en su casa, donde habitó con sus hermanas y hermanos, donde compartió con sus sobrinas y donde en la soledad del desplazamiento fue velada en abril del 2001, solo que ese día fue en presencia de sus hermanas, de su comunidad, tal como el pueblo afro despide a sus seres queridos. La espera de 10 años para realizar este ritual propio de duelo y sepultura deja daños irreparables en la familia y la comunidad. 

Con este ritual de conmemoración que terminó en el cementerio, la familia de Juana y la comunidad nayera cerró el ciclo de duelo por su muerte, dignificó su vida y su memoria y afirmó con firmeza la exigencia de verdad, justicia y reparación integral. 

Juana Bautista Angulo Hinestroza volvió a su tierra, camina con su pueblo, es presencia espiritual, al lado de los ancestros, es presencia viva dentro de la comunidad, acompaña a su pueblo afronayero en la reafirmación de su espíritu de lucha por la vida, por el territorio y contra la impunidad. 

La comunidad del Naya sigue esperando avances en materia de justicia y reparación. 

Masacre del Naya y Juana Bautista Angulo en la Memoria 
Masacre del Naya y Juana Bautista Angulo Sin Olvido