El 19 de abril, en
la ciudad de Buenaventura, departamento del valle, asesinaron a once jóvenes, los
cuales sus cuerpos fueron encontrados dos días después junto a un joven más, aparentemente
asesinado el día anterior.
El atroz asesinato
de estos doce jóvenes corresponde al accionar de estructuras de estrategias
militares encubierta de tipo paramilitar en Buenaventura, en un contexto de
aplicación de la política de “Seguridad
Democrática”, de la red de informantes y cooperantes implementada por el
gobierno colombiano.
Han pasado los años sin
esclarecer ninguna verdad, un hecho violento, una injusticia, que desde aquel
martes 19 de abril, cuando dos hombres llegaron hacia el mediodía al barrio
Punta del Este de la ciudad de Buenaventura, y a base de engaños sacaron del barrio a 11 jóvenes, entre
18 y 21 años de edad , con la excusa de jugar un partido de futbol en la
localidad de Dagua en el departamento
del valle, con la promesa de pagarles doscientos mil pesos, sin pensar que la
muerte estaba recorriendo sus respiros.
Ese día los jóvenes
fueron engañados uno por uno en el barrio Punta del Este, por personas que se
movilizaban en una motocicleta y reunidos frente a una casa ubicada en el
barrio Santa Cruz, en Buenaventura. En ese lugar los estaban esperando varios
hombres, quienes los invitaron abordar un colectivo de servicio público que los
llevaría al sitio donde se realizaría el partido de fútbol bajo prometiendo
que el ganador se llevaría un monto de doscientos mil pesos.
Los jóvenes que
murieron en ese fastidio día fueron: RODOLFO VALENCIA BENITEZ, VICTOR
ALFONSO ANGULO MOSQUERA, LUIS MARIO GARCIA VALENCIA, HUGO ARMANDO MONDRAGON
VALENCIA, PEDRO LUIS ARAMBURO CANGA, RUBEN DARIO VALENCIA ARAMBURO, CARLOS
JAVIER SEGURA BELALCAZAR, MANUEL CONCEPCIÓN RENTERIA VALENCIA, MANUEL JAIR
ANGULO MONDRAGÓN, CARLOS ARBEY VALENCIA GARCIA y LEONEL GARCIA.
Cuando se
encontraban a las afueras de la ciudad el vehículo fue desviado de la ruta y
abordado por cuatro hombres armados que se identificaron como paramilitares.
Las unidades de estrategia militar encubierta de tipo paramilitar, desviaron el
vehículo hasta el estero de San Antonio-bodegas de Cilano, sitio que se conoce
en Buenaventura como el cementerio clandestino creado por las estructuras
paramilitares.
Al llegar al sitio,
los obligaron bajar del vehículo a los jóvenes. Con los cordones de sus propios
zapatos, les ataron las manos a la espalda y de forma abrupta los obligaron a
tirarse al piso y posteriormente se dispusieron a asesinarlos con disparos a
quemarropa en la cabeza.
Los cuerpos sin
vida de los once jóvenes fueron arrojados al mar, sin piedad alguna, sin
sepultura digna, sin decir las últimas palabras, sin despedirse del mundo
externo, sin cumplir los sueños, sin construir una vida digna y sin el derecho
a seguir viviendo.
Dos días después,
los cuerpos sin vida de los once jóvenes fueron encontrados junto a otro
cadáver, otro joven asesinado por las mismas estructuras, parece ser que su
asesinato fue el 18 de abril ya que la fecha no pudo ser identificada.
La impunidad del crimen la afianzo el Juzgado Segundo Penal del Circuito
especializado de Buga (Valle), al no reconocer que la autoría de la masacre fue
responsabilidad de las estructuras paramilitares que actuaron y en la actualidad
siguen actuando en ese puerto del pacífico.
La investigación
que fue iniciada con el radicado No.2164 por parte de la fiscalía 38 de la
unidad nacional de derechos humanos de la fiscalía con sede en Cali. El
investigador dijo tener los méritos suficientes para decidir la ruptura de la
unidad procesal y pasar a juicio, en la premura de mostrar resultados, a nueve
paramilitares varios de los cuales habían participado en procesos públicos de
desmovilización con el gobierno.
En el radicado No.
2006-00117, el Juzgado Segundo Penal de Circuito Especializado de Buga,
adelantó la etapa de juicio y declaró sentencia condenatoria contra cuatro de
los paramilitares, sin embargo dejó muy claro que para él no hay méritos en la
investigación adelantada por la fiscalía que comprueben la pertenencia de los
condenados a estructuras paramilitares, por lo que su actuación obedeció a
juicios de delincuencia común.
La corrupción,
mentira, injusticia, impunidad, navegan dentro de este hecho, acontecimiento
macabro de seres insensatos, acto bullidor que dejó marca en todo un pueblo, un
país y en los corazones de sus familiares que día a día derraman lagrimas de
recuerdos y sufrimiento deseando que sus muertes no fuesen reales.
Los condenados a
cuarenta años de prisión fueron: JOSE RAMON RENTERIA VALENCIA, GUIDO FRANCOIS
MATAMBA MANYOMA, CARLOS JAVIER CAICEDO GRANADOS Y DAGOBERTO CAICEDO BENITEZ,
por delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir y fabricación,
tráfico y porte de armas de fuego y municiones.
Del mismo modo, el
juez remitió a los restantes cinco paramilitares, uno de los cuales se
reconoció como desmovilizado del “Bloque Calima” y conocido como ¨ el chespi¨,
su verdadero nombre es JEFFERSON BONILLA GÓMEZ. También fueron absueltos los
paramilitares EVERT GONZALEZ VALENCIA, MANUEL ANTONIO RODRIGUEZ, GOBERT
CARABALI GOMEZ Y HAROLD WILSON CASTILLO FIGUEROA. Esta decisión fue tomada por
el juez cuando afirmó que no se encontraron méritos que demostraran su
pertenencia a un grupo paramilitar ni participación en la masacre.
La Sentencia fue
solicitada por la defensa de los victimarios y fue remitida al Tribunal
Superior del Distrito de Buga- Valle, quien confirmó la sentencia de octubre de
2008. Tres de los cuatro condenados interpusieron recurso extraordinario de
casación contra la decisión del Tribunal, el cual fue concedido el 02 de marzo
del 2009.
Los
familiares estaban en espera de la decisión del Tribunal Superior de Cali para
que se ratificara la decisión de condena. Y pasaran los años y los familiares
seguirán sin respuestas sobre el por qué fueron masacrados sus hijos, quienes
dieron la orden, quiénes se han beneficiado con este crimen.
La justicia solo se
ha dirigido algunos autores del crimen, los desconocen como parte de las
estructuras paramilitares e hicieron ver este crimen como un ajuste de cuentas.
No se ha indagado por la responsabilidad en acción y omisión de la policía del
municipio de Buenaventura, además las estructuras que mantienen militarizada la
vida de los pobladores del barrio Punta del Este y demás barrios de bajamar en
este puerto del pacífico.
La Fiscalía dentro
de la investigación, tan solo ubicó la “responsabilidad”, con frágil material
evidenciable, en nueve paramilitares pertenecientes al denominado “Bloque
Calima”, pero nunca los vinculó a quienes se han reconocido públicamente como
sus comandantes, como el caso de Diego Murillo conocido como “DON BERNA” y de
Éver Veloza o Hernán Hernández conocido como “H.H.”.
Hasta hoy no se ha
judicializado a los autores intelectuales ni materiales el caso sigue en
absoluta impunidad. Lo mismo ha sucedido con miles de muertes de jóvenes
afrocolombianos y afrocolombianas que se encuentran actualmente en la
impunidad. Las cifras de Medicina Legal, muestran que para el año 2006 hubo 592
asesinatos en Buenaventura, en el 2007 se presentaron 527 casos, en el 2008 el
conflicto armado cobró 360 vidas y en el año 2009 los muertos por homicidios
ascendieron a 321 casos, cifra dentro de la cual falta incluir 11 feminicidios.
"Registros oficiales indican que entre los años 2003 y 2010 fueron
asesinados 1.922 personas, de las cuales 1.338 eran jóvenes entre los 15 y los
35 años, lo que representa un 67% del total de las víctimas del periodo
indicado", así lo afirman las organizaciones de comunidades, mujeres y
grupos étnicos.
La impunidad de
la masacre de los jóvenes de Punta del Este quedo en el olvido de la
injusticia, garantiza la repetición una y otra vez de los crímenes, así se
pretendan ocultar o disfrazar en la idea que obedece a pelea de “pandillas”,
“delincuencia común” o“bandas emergentes”. Queda en las familias y en los pobladores afrodescendientes del barrio
Punta del Este en Buenaventura, la afirmación de la memoria como resistencia a
la impunidad que se impone desde el aparato de la No-Justicia, como respuesta a
la militarización de la vida de los afrodescendientes, como denuncia ante los
anuncios de repetición a través de la mal llamada “limpieza social”. Nuevamente
en las calles de Buenaventura, caminó la memoria de los jóvenes de Punta del
Este, a través de sus madres, padres, hermanos, amigos y conocidos. Por ello
nuevamente andará la memoria por los barrios de Buenaventura y en el Bajo
Calima cuando se encuentren jóvenes sobrevivientes en una afirmación de la verdad,
de la justicia y la exigencia de no repetición.
Jóvenes Punta
del Este en la Memoria
Jóvenes Punta
del Este Sin olvido