jueves, 6 de febrero de 2014

María Lucero y Yamid Daniel Henao


Febrero 06 de 2004 - Febrero 06 de 2014

María Lucero Henao nació el 25 de Julio de 1960, en el departamento del Valle. Junto con sus padres fue víctima el desplazamiento forzado. A sus 28 años, llegó, junto con sus 9 hijos a Puerto Esperanza, en donde se desempeñó como una líder comunitaria, integrante de la Junta de Acción Comunal, de la Unión de Mujeres Democráticas, y más tarde, como militante del Partido Comunista y de la Unión Patriótica. Esta mujer fue una incansable defensora de los derechos humanos, y siempre defendió sus ideales fundamentados en la justicia social.

Han pasado 10 años desde el homicidio de María Lucero Henao, quien fue asesinada junto con su hijo Yamid Daniel Henao por paramilitares en complicidad con la fuerza pública. El crimen tuvo lugar en el caserío de Puerto Esperanza Municipio del Castillo, Meta. La mujer y su hijo fueron obligados a abandonar la casa en donde vivían, y posteriormente fueron torturados y luego ejecutados.

El 06 de Febrero de 2004, a las 10:30 pm llegó un grupo de paramilitares a la casa de María Lucero, quienes la amenazaron diciéndole que la tumbarían si no lo hacía, ella preocupada por su madre e hijos decide abrir la puerta. Acto seguido, los paramilitares tomaron por la fuerza a Lucero, y en medio de forcejeos la sacaron de la casa amarrándola con una cuerda de nylon y la llevaron a las afueras del caserío.

Su madre e hijos decidieron ir tras ella, rogándole a los paramilitares que la dejaran libre, pero éstos los señalaron de ser guerrilleros y los obligaron a regresar, exceptuando a Yamid, quien en ese momento contaba con 16 años de vida, y se encontraba estudiando en la Unidad Educativa el Encanto de Puerto Esperanza.

A los 5 minutos de haber regresado los familiares de Lucero y Yamid escucharon disparos, pero por temor a la presencia paramilitar deciden regresar al amanecer del día siguiente. El cuerpo de Yamid fue hallado con una oreja cercenada, y su rostro desfigurado por múltiples impactos de bala.

Pobladores de esta región denunciaron que a lo largo del día 7 de Febrero se presentaron enfrentamientos entre paramilitares y la guerrilla de las FARC-EP en el caserío La Esmeralda, ubicada a 3 horas de Puerto Esperanza.

En el año 2008, Javier Domingo Romero, coautor material del asesinato de María Lucero y su hijo Yamid, rindió declaraciones ante la justicia. En la investigación se confirma la vinculación de Romero al escuadrón Centauros, en donde permaneció hasta el año 2006, año en que se desmoviliza. Durante su permanencia en el escuadrón, se desempeñó como patrullero, y más tarde como escolta de alias “Julian”. Se constata también que durante el año 2004 estuvo bajo las órdenes de Himer Antonio Pulgarín, alias “Enrique”. En la declaración afirma haber escuchado que María Lucero era colaboradora de la guerrilla, en su paso por Puerto Esperanza, siendo escolta de alias “Julian” para ese entonces.

Domingo Romero bajo las ordenes de “Julián” condujo a alias “Gavan” y “Montecristo” hasta donde Don Miguel Arroyabe. Allí recibieron la orden de ejecutar a María Lucero y su hijo Yamid por ser colaboradores de la guerrilla. Posteriormente “Gavan” y “Montecristo” fueron dejados en el sector de la Y en el caserío de Puerto Esperanza, donde estaba ubicada la tropa que ejecutaría la orden al día siguiente.

Domingo Romero en su indagatoria confirma que a alias “Montecristo” lo mataron y escuchó que a alias “Gavan” lo habían matado en Acacias después de la desmovilización pero esta información no le consta.

Hasta la fecha se ha constatado que los jefes de “Julián” eran Daniel Rendón Herrera alias “Don Mario” y Miguel Arroyabe.

El 18 de junio de 2009, Domingo Romero se acoge a sentencia anticipada,y el juzgado cuarto penal del circuito especializado de Villavicencio profiere sentencia por coautoría en el delito de homicidio agravado en concurso homogéneo con homicidio y heterogéneo con el punible de concierto para delinquir agravado.

Han pasado diez años donde la actuación jurídica de las organizaciones de defensoras de derechos humanos que representa a las familias de las víctimas, ha insistido en la vinculación de unidades militares por acción y omisión en los crímenes de Lucero y su hijo Yamid. Vinculación que ha negado el aparato de justicia.

Los hijos de LUCERO y la Comunidad Civil de Vida y Paz, desde el regreso a la región en Puerto Esperanza, El Castillo – Meta, continúan exigiendo verdad y justicia.

Sus nombres, sus vidas, presentes hoy son símbolo de la resistencia al olvido, son expresión de resistencia a un aparato de justicia que impone la impunidad.

Las nuevas generaciones del Alto Ariari son las y los jóvenes que se han comprometido a conservar la memoria a través de monumentos, espacios de memoria, expresiones artísticas y el trabajo en comunidad en busca de justicia, dignificando la memoria de sus víctimas, demostrando que no podrán callar ni olvidar lo que personas como María Lucero hicieron por su comunidad.

María Lucero y Yamid  Henao en la Memoria.
María Lucero y Yamid  Henao  Sin Olvido.

martes, 4 de febrero de 2014

Julio Henríquez Santamaría


Febrero 04 2001- Febrero 04 2014

Retrato a Honor

Con estas letras dibujaré
un retrato de los dos
marchando compañero
bajo el sol, aquel día
en aquella ciudad
en resistencia
ocultando nuestro llanto
marchando
hagamos honor a nuestros padres
sin miedo con estas letras
amado hermano
le pondré una capa a tu armadura
cada día, afilaré como hoy
tu lanza en el recuerdo
iré sin desearlo
al barrio donde todavía quema !!!
tu imagen tierna y violenta amarra !!!
ese fantasma en tu cuello
es lo único que tienes compañero
y ya no aprietes más mi corazón
en tu puño de guerrero.
Buscamos razones más fuertes
y al atardecer
maldecimos al criminal
con estas letras dibujaré
un retrato de los dos
marchando compañero
cruzando puertas
abrazando amigos
levantando muy alto la bandera
la de los niños con hambre
masacre impune
esclavitud la invasión el saqueo.
Se terminaron las letras
me queda este golpe
de mi mano sobre la mesa
nuestro espíritu endurecido
y el poder de cosechar mañana
las alegrías guardadas
en nuestros ojos
en la mirada valiente
siempre adelante
en este retrato de los dos
marchando compañero.
Julio Henríquez Chacín – Hijo

El 29 de Marzo de 1952 en Cereté Córdoba nació Julio Henríquez Santamaría, hijo de un comerciante y una modista.

Estudió biología, en la Universidad Libre de Bogotá, en donde participó de una vida estudiantil activa siendo presidente del Consejo. También, hizo parte del comité editorial del periódico de la Unión Revolucionaria Socialista hasta que se trasladó a la ciudad de Santa Marta junto a su hija Nadia y su esposa Zulma Chacín, que por ese entonces se encontraba esperando a su hijo Julio.

En la ciudad de Santa Marta acompañó la fundación del jardín infantil “los pioneritos” y con el tiempo se vinculó al M-19 a través del Frente Democrático, su actividad política siempre estuvo muy cercana a la de su gran amigo Ricardo Villa.

Los años transcurrían entre el activismo y la persecución por las opciones políticas de Julio. En 1984 debido a la llegada de su tercera hija, Bela, decide con su familia acogerse a la amnistía propuesta por Belisario Betancur radicándose en Guacamayal corregimiento de Ciénaga en la Zona Bananera.

En medio de la evidente y creciente presencia paramilitar, quienes ejercieron control territorial a través de múltiples asesinatos selectivos, amenazas y desplazamientos forzados, en esta zona del país, a finales de los 80, Julio se ve obligado a vender a bajo costo su tierra para volver a refugiarse en Santa Marta, esta vez ubicándose en el lugar conocido como Calabazo, sitio de amortiguación del parque Tayrona.

En 1990, En medio del proceso de paz entre el M-19 Y el Gobierno Nacional, decide articularse nuevamente a la alianza democrática M- 19 con quienes se lanzó como candidato suplente al Consejo Municipal junto a Clementina Cayón de Bateman. Posteriormente, participó en la campaña para la Asamblea Constituyente y apoyó la candidatura al senado de la república de Ricardo Villa quien también fue asesinado.

La convicción por la defensa de los Derechos Humanos hizo que se vinculara al Comité permanente de Derechos Humanos en Santa Marta, y fue nombrado como Consejero de Paz del Departamento del Magdalena en 1992. En este proceso acompañó la desmovilización del EPL y el proceso de conformación de Esperanza Paz y Libertad en el Magdalena, así como acercamientos para la posibilidad de diálogos para la paz. Para este año se dieron las primeras amenazas en su contra. 

En 1993, todos los integrantes del Comité Permanente por los Derechos Humanos recibieron fuertes amenazas y con el asesinato de uno de sus integrantes desarticularon esta organización. Debido a la presión Julio decidió regresar a la finca de Calabazo, ubicada en una vereda cercana a la ciudad de Santa Marta, allí se encontró con que las tierras no servían para la producción de alimentos o cría de ganado sino que más bien podían ser usadas para el turismo y la protección de fauna animal y vegetal, entonces se dedicó a sembrar árboles frutales y a proteger el bosque nativo. La Sierra Nevada de Santa Marta es un paraíso de gran biodiversidad. Con picos nevados que se elevan hasta 5.700 metros, a tan solo 42 kilómetros del mar Caribe. Alberga a más de 600 clases de aves, casi 200 variedades de mamíferos y más del 30 por ciento de las especies endémicas de Colombia. En el que 30 mil indígenas Aruhuacos, Wiwas, Kankuamos y Koguis coexisten desde hace cientos de años. Lamentablemente la presencia paramilitar también llegó a este lugar.

Tiempo después Julio viajó a Chile en donde realizó un diplomado en economía solidaria por lo que a su regreso a Colombia se dedicó a capacitar a varias personas en este tema y comenzó a administrar e impulsar varias empresas de trabajo asociativo.

También se desempeñó como docente, vicerrector de extensión y por un corto tiempo como rector de la corporación unificada nacional en Santa Marta hasta que se dio una reforma administrativa, entonces fundó la Empresa Asociativa de Capacitación Emacap, con la ayuda de pensionados del SENA. Desde allí ayudó a la conformación de pequeñas empresas en Santa Marta y el resto de la región, y también ejecutó y gestionó proyectos ambientalistas con Corpamag en las veredas cercanas al Parque Tayrona, como también con los comités de pescadores de la Troncal del Caribe.

Realizó procesos de formación en cooperativismo y tecnificación de procesos productivos y comercialización con los pescadores de la zona norte del magdalena y con la federación del Norte del Magdalena, de la cual era secretario docente. Desde allí formuló un proyecto de cría de langostas en Taganga.

Su fortalecido y bien estructurado trabajo permitió que Julio regresara a Calabazo en donde impulsó junto con otros pobladores de la región un proyecto de ecoturismo, de reforestación y la creación de reservas naturales en la zona de amortiguación del Parque Tayrona.

El domingo 4 de febrero del año 2001, Julio se encontraba reunido con varios campesinos y parceleros de la región, en la asamblea de la constitución de la Asociación Ambientalista Comunitaria de Calabazo “Madre Tierra”, A las 10 de la mañana, ocho hombres armados identificados como paramilitares,llegaron en una Toyota blanca a la vereda, quienes operaban bajo el mando de Hernán Giraldo Serna y Francisco “Pacho” Muzo, quienes se lo llevaron por la fuerza al lugar conocido como Machete Pelado, frente a más de 20 campesinos que miraban con miedo e impotencia.

Ese día se empezaba a materializar las ideas de Julio quien tenía la intención de crear una gran reserva forestal con los predios de todos ellos. Su crimen fue atreverse a sustituir los cultivos de coca reforestando con cacao y organizar un proyecto eco turístico campesino que contaba con el respaldo de la Dirección de Parques Nacionales y del Comité de Cafeteros. Se tenía planeado llamar a topógrafos, biólogos, ingenieros y arquitectos para consolidar el proyecto que se iba a extender sobre 500 hectáreas, empezando por Calabazos e ir uniendo a los campesinos de toda la troncal del Caribe para hacer un tapón ecológico que rodeara toda la Sierra, era un proyecto productivo y sostenible.

Amigos y familiares desde ese día y durante seis años emprendieron la búsqueda de Julio, quienes a través de organizaciones de derechos humanos sumaron esfuerzos para hallarlo y exigir el castigo de este crimen de desaparición forzada.

Como resultado de todos los esfuerzos se logra llevar hasta etapa de juicio el caso de Julio y mediante indagatoria obtienen las coordenadas del lugar de la fosa en donde reposaban sus restos mortales.

La investigación permitió establecer que la desaparición y posterior asesinato de Julio fue motivada por el interés del ex jefe paramilitar de la Sierra Nevada de Santa Marta, Hernán Giraldo, de apoderarse de sus terrenos para sembrar cocaina. En contra de dicho paramilitar y de Leonidas Acosta, se emitió resolución de acusación, condenándolos a 38 años y cinco meses de prisión quienes antes de ser extraditados a los Estados Unidos, el 13 de mayo de 2008, fueron escuchados en juicio el 20 de marzo del 2007.

Es así que el 11 de octubre de 2007 se desarrolla la diligencia de exhumación de los restos en la vereda La Estrella, ubicada a 5 minutos de Calabazo, allí se verifica que los restos corresponden al cuerpo de Julio. Y el 15 de diciembre fueron entregados a sus familiares, ese mismo día fue sepultado en el cementerio San Miguel en donde también reposan sus padres, abuela y familiares de su esposa.

En palabras de Zulma, su esposa, hoy dignificamos su memoria: “La bandera de Julio es de muchos colores y su vida representa la de tantas y tantos luchadores sociales, ambientales, políticos, comunitarios, de derechos humanos, nuestra mejor gente, la que ya no tenemos junto a nosotros haciendo lindo este país”

La grandiosa labor de Julio durante aquellos años, hoy día cobra especial relevancia, en medio de cientos de tragedias ambientales, la deforestación y erosión de la Sierra Nevada causante de derrumbes, la desertización y escases de agua, así como la crisis de salubridad que se vive hoy en día en la ciudad de Santa Marta y sus alrededores, como el desbordamiento de ríos que hoy llevan su cauce por las principales vías de la ciudad acompañada del contenido del alcantarillado rebosado, la contaminación del mar en la bahía de Taganga y Santa Marta, el mal manejo de residuos, la contaminación de la reserva acuífera subterránea por el relleno sanitario de Palangana al cual llaman, con su dosis de ironía “parque ambiental”, la contaminación por carbón en toda la zona de pozos colorados donde la multinacional Drumond tiene sus puertos y en la ruta de trenes y camiones desde las minas en el Cesar y la Guajira del Cerrejón. Mientras tanto la tragedia social aumenta y las posibilidades para quienes no tienen oportunidades de acceder a una mejor calidad de vida se ven frustradas por las decisiones gubernamentales disfrazadas de desarrollo.


Julio Henríquez en la memoria
Julio Henríquez Sin Olvido