jueves, 27 de noviembre de 2014

Tripido Fest

El Tripido Fest nace en el año 2011 a raíz de la muerte de Diego Felipe Becerra el 19 de agosto de ese mismo año. Diego Felipe, más conocido como Trípido en la escena grafitera capitalina, fue asesinado por parte de agentes de la policía nacional. Tripido era un joven que por medio del arte expresaba su perspectiva de la realidad, pero la estigmatización juvenil, la represión y el abuso policial acabaron con su vida.



TENDREMOS DURANTE TODO EL DÍA

-Talleres: Colectivo Digna Rabia- Colectiva La Tulpa- Cilep- Revbelando- Mecha Libertaria
-Juegos: Acooc - Títeres: Histeria Riot Grrl -Performance: Escuela Popular El Topo- Colectivo Quiron
- Break Dance: Z5 Crew Bboys
-Música: Rebel Cor- Incendiariat- Estilo y Conciencia- Porte La Rima- La Cor Rec- Reincidentes- Policarpa y sus viciosas- Enemigo Público
-Graffiti: Parasito – NTR - Lady Cristal 212 - Drew - Diego - Bohz - Tere Zeta – Morbopsia- El Creza - Andrea- Bost







TALLER JURIDICO PRÁCTICO + RELANZAMIENTO MANUAL DE PRIMEROS AUXILIOS LEGALES







martes, 18 de noviembre de 2014

Por la exigencia del cese del envío de policías y militares colombianos a la Escuela de las Américas!


Donde se han formado militares colombianos implicados en graves casos de violación de Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario condenados e investigados penalmente como los Ex Coroneles Rito Alejo Del Rio, Álvaro Quijano y el Ex General Mario Montoya, entre otros 167 militares implicados en actos delictivos. En 2013 705 militares se adiestraron Estados Unidos y 93 en Colombia dentro del mismo programa de la Escuela de las Américas (SOA/WINSEC)

Por el esclarecimiento de la participación de Ejército colombiano en Escuela de las Américas!

Dedicada a la formación de militares provenientes de todo el continente y reconocida por la instrucción en sus aulas a militares de todos los rangos en técnicas de guerra sucia, de la doctrina del “enemigo interno” para la criminalización de la protesta social y del fomento del terrorismo como política de Estado.

Por condiciones reales para pensar una Colombia en Paz!

Continuar con el envío de tropas colombiana a esta escuela, constituye una amenaza a la paz que se está negociando en la Habana y a los anhelos de construir la paz en Colombia, pues mantendría la dinámica de la cooperación militar norteamericana y doctrina militar del enemigo interno, que tanto daño le ha hecho a nuestro país.

522 años de intervencionismo militar extranjero y desestabilización política de los gobiernos populares recorren la historia de nuestra América Latina bajo la complicidad de las élites locales.

522 años de resistencia popular han construido alternativas y propuestas de defensa de los territorios ofreciendo hasta la vida misma en virtud de la autodeterminación y la afirmación de la soberanía.


Sobre la Escuela de las Américas y su impacto en América Latina SOAW Latina

http://www.soawlatina.org/acciones2014.htm

Documental: Escuela de las Américas Escuela de Asesinos

https://www.youtube.com/watch?v=lJfHrhinu8U

Apuntes sobre la Escuela de las Américas

http://www.soawlatina.org/apuntes2013.pdf

Algunas de las Acciones en Colombia

http://justiciaypazcolombia.com/No-mas-militares-Colombianos-en-la

jueves, 13 de noviembre de 2014

Sin olvido hacia la paz - Luz Marina Bernal



Entrevista con Luz Marina Bernal, madre de Fair Leonardo, víctima de ejecución extrajudicial por parte del Ejercito, quien viajó a la Habana, Cuba, como parte de la organización Madres de Soacha, y parte del grupo de víctimas que expondría su testimonio ante las delegaciones del gobierno y las FARC.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Álvaro Ulcué Chocue


Noviembre 10 de 1984 - Noviembre 10 de 2014 

El 10 de Noviembre de 1984, a las 8.30 de la mañana en Santander de Quilichao, departamento del el Cauca, el sacerdote Álvaro Ulcué Chocue cuando se dirigía a cumplir con un oficio religioso en la casa albergue Santa Inés a las afueras de la cabecera municipal de Santander de Quilichao, declarado enemigo por exigir el respeto de los derechos del Pueblo indígena y la devolución de las tierras a estas comunidades, fue atacado por dos agentes de F-2 de la Policía Nacional, Miguel Ángel Pimentel y Orlando Roa.

El Nasa Pal (sacerdote nuestro) en el nasa yuwe, (lengua del pueblo nasa) interiorizó profundamente el evangelio por la vida. Esa relación de la espiritualidad ancestral nasa con la espiritualidad cristiana lo llevó a entender y comprometerse en la vida de su pueblo marginalizado, asesinado, negado muchas veces, desde una lectura liberadora del evangelio. Con muchas dificultades y esfuerzos logró ordenarse como el primer sacerdote indígena en Colombia.

Gracias a un testigo ocular se pudo identificar a los dos asesinos como miembros del F-2. El testigo rindió declaración ante el Juzgado Segundo Ambulante de Instrucción Criminal. En abril de 1985, inexplicablemente el testigo fue buscado por Agentes de la Procuraduría General de la Nación y fue obligado contra su voluntad a viajar a Popayán para “ratificar sus denuncias”. Al reconocer en fila a uno de los victimarios, el juez permitió que el acusado identificara plenamente al denunciante y lo amenazara. Luego, uno de los Agentes de la Procuraduría que lo acompañaba, llevó al testigo al Cuartel de la Policía de Popayán donde, bajo todo tipo de intimidaciones, le exigieron cambiar su versión ante el juez, para acusar a las FARC del asesinato del Padre Ulcué. Llevado nuevamente al juzgado, lo obligaron a firmar un documento, sin permitirle leerlo. Luego fue conducido a los calabozos del DAS en Cali, donde recibió nuevas amenazas.

ALVARO quedó mal herido, se bajó del vehículo en el que se transportaba y se tendió en la tierra. Luego, los sicarios se retiraron, pero al percibir que estaba mal herido lo remataron, y finalmente huyeron. Religiosas que estaban cerca al sitio, lo introdujeron en un taxi y lo condujeron al hospital de la localidad a donde llegó con vida. Momentos después falleció.

Alvaro Ulcué desde su compromiso evangélico comprendió que la principal base organizativa de su pueblo era la educación, el fortalecimiento de la familia; así entonces un paso importante en el propósito formativo era la recuperación de la lengua propia, por eso recorrió el territorio nasa Tacueyó; Toribio, Jambaló al nor-oriente del departamento del Cauca con ese propósito, buscando en los mayores y mayoras sus principales apoyos en este propósito.

Recuperar la lengua era recuperar toda una raigambre cultural, que desde la memoria indicaba que la tierra debía ser el elemento vital de este pueblo. Al recuperar la lengua inmediatamente el efecto fue recuperar la tierra que había sido ocupada por terratenientes, para quienes Alvaro se convirtió en su amenaza.

Las investigaciones penales y disciplinarias fueron manipuladas por las instituciones pretendiendo focalizar las responsabilidades en otros, algunos expedientes se “extraviaron”, llevando a que el crimen quedara en la impunidad.

El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos ofició entonces, a la Presidencia de la República y a la Procuraduría General de la Nación, denuncias por tan delictiva manipulación de las investigaciones, sin obtener ninguna respuesta. Aun más, todas las copias del expediente de la Procuraduría sobre el asesinato del Padre Ulcué “se perdieron”, llevando a que el crimen quedara en la más absoluta impunidad.

El poder de su palabra liberadora como profeta llegó a todo rincón del territorio nasa y el pueblo caminó alrededor de esa palabra recuperando tierra que había sido usurpada, caminó en torno a la organización, caminó en torno a la movilización. 

Los restos del padre ALVARO fueron trasladados a Pueblo Nuevo, la tierra indígena que lo vio nacer. La tierra por la que hoy en su memoria los pueblos indígenas, los campesinos mestizos y afrodescendientes la defienden afirmando su dignidad. No fue sepultado en el templo, como muchos querían, sino que se cumplió su voluntad expresa:

“Si he de morir, quisiera que mi cuerpo quedase amasado en la arcilla de los fuertes, como un cemento vivo arrojado por Dios entre las piedras de la Ciudad Nueva”.

Alvaro, enfrentador con criterio y autoridad, sin ningún tipo de temor enfrentó a la ambición, la avaricia, la injusticia, la criminalidad, señaló con determinación las amenazas a su pueblo, por eso lo amenazaron, lo persiguieron. Como un verdadero profeta anunció el camino libertario del pueblo nasa, denunció las estructuras de un poder local y regional, paramilitares, autoridades civiles y militares, narcotráfico como el generador del despojo, del terror, del crimen en tanto que líderes indígenas fueron desaparecidos y asesinados.

Han pasado 30 años, y la fortaleza del testimonio de ALVARO ULCUE CHOCUE vive en la dignidad de los pueblos del Cauca que afirman sus derechos, su dignidad. Esos pueblos exhuman hoy la memoria, la causa por la cual fue asesinado el sacerdote indígena, la concentración de la tierra, la imposición de un modelo de desarrollo que privatiza el territorio, que comercializa la vida. 


SACERDOTE ALVARO ULCUE, en la Memoria
SACERDOTE ALVARO ULCUE, Sin Olvido

jueves, 6 de noviembre de 2014

Holocausto del Palacio de Justicia

Noviembre 06 de 1985 - Noviembre 06 de 2014

Holocausto del Palacio de Justicia

Hoy hace 29 años se marcó abruptamente la historia personal, familiar y colectiva de quienes coincidieron en transitar o estar en el interior del Palacio de Justicia en Bogotá. Durante la mañana del 6 de noviembre de 1985. Un hecho que transformó el curso de la vida de once desaparecidos y sus familias, y constató la débil democracia colombiana, su inexistencia o su imposibilidad de ser una realidad. A la vista de millares a nombre y en “defensa de la democracia” se cometieron actos deshumanizantes, crímenes de lesa humanidad que logran afectar profundamente la conciencia individual, colectiva del país y la humanidad, aunque nuestro país, siga dominado por la indiferencia. 

A pesar de que aún se mantiene el interés de amplios sectores del establecimiento, empresarios, políticos, militares, por perpetuar el silencio y la impunidad a través del olvido, los familiares de los desaparecidos, los familiares de los negados por haber optado por construir otro país con sus propias vidas, en el silencio del alma, en el encuentro de las soledades, en medio de las diferencias, ellos han persistido y han ido desmoronando la mentira y al país del olvido 

A la sede del Palacio de Justicia en el centro de Bogotá, en la Plaza de Bolívar, a pocos metros del parlamento y de la casa presidencial, ingresaron 35 insurgentes del Movimiento 19 de Abril (M-19) que pretendían realizar un juicio político al entonces Presidente de la República Belisario Betancur debido al fracaso en el proceso de conversaciones de paz saboteado por un amplio sector de las fuerzas militares y del establecimiento colombiano.

A menos de dos horas de la incursión armada que cobró la vida de miembros del personal de seguridad del Palacio de Justicia y de algunos agentes estatales, se desató una retoma desproporcionada y excesiva, desconociendo el derecho d gentes por parte de las fuerzas militares con participación de la policía nacional y con el consentimiento del presidente Betancur. Para analistas, por más de 28 horas, tiempo que duró el operativo de tierra arrasada, el presidente Betancur tuvo que enfrentarse a un golpe militar. 

En menos de 2 horas el ejército logró derrumbar la puerta principal del Palacio y un fuego cruzado inundó el interior de la sede de las cortes.

Días antes, curiosamente, dos hechos que permite sostener que la contra toma militar estaba planificada fue el traslado a la capital efectivos militares de la brigada 7 con sede en Villavicencio para reforzar a la brigada 13 de Bogotá y, por otro lado, dos horas antes de la toma del M-19, la Casa del Florero, ubicada a menos de 50 metros de la sede del Palacio de Justicia, fue habilitada como centro de identificación y de tortura de presuntos integrantes del movimiento guerrillero. Evidentemente, la operación militar en defensa de la “democracia” había sido preparada y diseñada para extirpar todo lo que fuera en la concepción militar percibida como “enemigos, y los enemigos no tienen derechos, eran militantes del M 19, civiles, sean trabajadores o incluso, los propios Magistrados. 

Horas después del inicio de la retoma, las personas que lograban salir del Palacio eran dirigidas por el ejército hacia la Casa del Florero, donde eran identificados e interrogados, en este lugar algunos de ellos fueron torturados, ejecutados, y/o desaparecidos, 11 de ellos sin que los responsables hayan reconocido a dónde fueron trasladados y qué hicieron con ellos. 

Así como en la Casa del Florero se habilitaron cuarteles especiales, en las sedes militares también se cometieron torturas y asesinatos. En el desarrollo de estas operaciones, participaron como planificadores y ejecutores, el teniente coronel Alfonso Plazas Vega, el coronel Jesús Armando Arias Cabrales, Coronel Edilberto Sánchez.

Al interior del Palacio, los guerrilleros dirigieron a algunos sobrevivientes civiles a los pisos superiores. Los incendios y los hostigamientos en los primeros pisos los acorralaban cada vez más. Sesenta personas permanecieron desde la noche del 6 de noviembre hasta el final de la retoma en baños de aproximadamente 20m2.

Ese 6 de noviembre, la noche bogotana en pleno centro de la ciudad se convirtió en campo de batalla, un combate en el que los ataques militares propiciaron el incendio de expedientes en los que se les investigaba por diversos actos y conductas contra la ley, la cual aseguran proteger y defender. Desde esa noche el camino de la memoria se inició, aún sin que terminara la retoma de las fuerzas militares en medio del silencio forzoso institucional y mediático. 

Noemí Sanín, Ministra de Comunicaciones, ordenó a la radio parar las comunicaciones, en particular, aquella emisión radial de la cadena Todelar, en la que su director Germán Salgado, decidió repetir una y otra vez, el llamado de cese al fuego del magistrado, presidente de la Corte, Alfonso Reyes Echandía. Esa emisora logró acceder a detalles del operativo gracias a un radioaficionado que logró casualmente acceder a las comunicaciones del ejército, las que a la postre se convirtieron en una prueba más de como los militares desarrollaron una estrategia de arrasamiento. La censura de la posterior candidata presidencial para dar paso en las cadenas a una emisión de un partido de futbol, de los equipos Millonarios – Magdalena, demostró la imposibilidad de garantías para la libertad de expresión, la banalización farandulera como sedante de la conciencia ciudadana.

El 7 de noviembre después de las cuatro de la tarde, entre ese olor del holocausto, de los huesos calcinados, del humo perdido de tanta bala, de tanta bomba, terminada la operación rastrillo, continúo el camino de la impunidad. Los militares tomaron control total de la edificación en ruinas, modificaron la escena del crimen, mientras quienes fueron llevados a la Casa del Florero, una vez más fueron trasladados al Cantón Norte, y sin ser registrados en los libros de control militar fueron nuevamente interrogados, torturados y algunos de ellos ejecutados en los días siguientes. 

Esta operación dejó como resultado la muerte de 43 civiles, 33 guerrilleros, 11 miembros de las fuerzas armadas y del DAS, así como 11 civiles desaparecidos entre empleados de la cafetería y visitantes ocasionales, y una militante del M-19, Irma Franco, desaparecida y dos estudiantes de la Universidad Externado torturados. 

Con el tiempo se conoció que algunas personas que salieron con vida del Palacio de Justicia, fueron ejecutados y posteriormente las fuerzas militares volvieron a ingresar sus cuerpos sin vida, como sucedió con el magistrado Carlos Horacio Urán. 

A pesar de los avances judiciales y de los reconocimientos jurídicos que permitieron identificar responsables de las fuerzas militares, todo en la justicia es endeble, es impunidad.

El 9 de Junio del año 2010, la juez Tercera del circuito Especializado de Bogotá María Stella Jara, sentenció a 30 años de prisión al Coronel (r) Luis Alfonso Plazas Vega en primera instancia, decisión que fue confirmada en segunda instancia por el Tribunal Superior de Bogotá y que actualmente está en estudio de casación ante la Corte Suprema de Justicia.

Por su parte, el ex general Jesús Armando Arias Cabrales fue condenado en primera instancia por el Juzgado 55 penal del circuito, decisión que fue confirmada por la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá ratificando la condena de 35 años de prisión por la responsabilidad de omisión en los casos de desaparición forzada de Carlos Augusto Rodríguez Vera, Bernardo Beltrán Hernández, David Suspes, Luz Mary Portela León e Irma Franco, cinco de las once personas desaparecidas en la retoma del Palacio de Justicia. 

Sin embargo, a tan solo un día de que se ratificara la sentencia, el procurador Alejandro Ordoñez resolvió intervenir y anunció que la Procuraduría interpondrá un recurso de casación ante la Corte Suprema de Justicia argumentando que “no existen pruebas contundentes que demuestren la responsabilidad del ex militar”.

El Coronel (r) Plazas Vega, no parece en retiro, vive en una guarnición militar, dicta clases a nuevas generaciones de militares y abogados y además tiene el beneficio de asistir a reuniones y fiestas en clubes exclusivos de Bogotá.

Por su parte el ex general Jesús Armando Arias Cabrales al momento de ser notificado de la ratificación de la sentencia por parte del Tribunal Superior no se encontraba en su lugar de reclusión, según denunciaron los familiares de los desaparecidos que fueron notificados por el mismo Tribunal, lo cual demuestra que en realidad las dos condenas además de ser tardías son una formalidad más.

La justicia no existe, ¿por qué lo militares, se niegan a decir la verdad, no dicen qué pasó con los desaparecidos del Palacio de Justicia?

Esa es la justicia colombiana, injusticia, como decía, Eduardo Umaña Mendoza, siendo un brillante y humanista abogado que fue asesinado en medio del desarrollo de este proceso judicial, en el que él cimentó al lado de las familias la verdad que la memoria ha construido, muy distante de sentencias y de decisiones judiciales. 

Algunos militares implicados como el General Iván Ramírez continúan posando de prohombres y otros integrantes del B2 como Sánchez Rubiano por vencimiento de términos gozan de libertad. Sobre otros, no cursan órdenes de captura internacional como Bernardo Garzón, agente del Estado que sabe sobre lo sucedido con los desaparecidos. Pruebas y más pruebas, nunca reconocidas y otras desaparecidas en manos de los militares.

Pero la impunidad no solo ha sido para los militares sino también para responsables del poder ejecutivo, entre ellos ministros de la época que guardaron silencio ante el poder militar y que cohonestaron con el estado de barbarie. El propio presidente de la época ha dicho recientemente, que en un libro ha consignado la verdad de lo sucedido el 6 y 7 de noviembre de 1985, continúa pasando el tiempo, mientras tanto los padres y madres de los desaparecidos del Palacio de Justicia han ido muriendo, sin saber esa verdad, que quizás Betancur va a dejar ver cuando él muera, qué despropósito ante tanta indignidad.

Pero no se trata solo de la impunidad jurídica que se ha pretendido asegurar con la pérdida de pruebas, con la presión de testigos, con las amenazas a las familias, con el asesinato de Eduardo Umaña, con dilaciones injustificadas y con la falta de esfuerzos por recuperar los cuerpos de los desaparecidos, se trata de constatar el desmoronamiento de esa justicia, de sentencias judiciales que son un papel y que son adobadas con la impunidad jurídica y social.

Recientemente la Fiscalía General de la Nación pudo identificar, de los restos exhumados de una fosa ubicada en el Cementerio del Sur, los restos de Mónica Molina Beltrán y Carmen Cristina Garzón Reyes, dos guerrilleras del M 19, que todo indica fueron ejecutadas por los militares; estos hallazgos se dan como respuesta al fallo proferido por el Juzgado Segundo Penal Especializado de Bogotá que ordenó adelantar las investigaciones necesarias para identificar a quienes fueron desaparecidos en los hechos del 6 y 7 de Noviembre de 1985.

Incluso, el propio presidente Santos que quiere pasar a la historia como el presidente de la Paz, el mismo presidente que sentenció la ley de víctimas, luego de conocer la decisión judicial de ratificación de sentencia del Teniente Coronel (r) Alfonso Plazas Vega pidió perdón al presidente Betancur y a los militares, descalificando el fallo judicial y ofendiendo la dignidad de las víctimas.

29 años después en medio de la impunidad ha sido la perseverante memoria de los familiares la que ha ido reconstruyendo la verdad histórica y la verdad judicial que los militares y el establecimiento colombiano se han negado a reconocer. Ellos continúan a la espera de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos emita la sentencia del caso, desde allí también alimentan su esperanza de justicia. 

Más y más palabrería, más retórica del silencio, pero más estrategia propagandística para promover las imágenes propias, los egos y protagonismos que se convierten en otra forma de propiciar la impunidad social.

Hoy después de 29 años amigos y familiares continúan buscando a los desaparecidos del Palacio de Justicia, luchando por la búsqueda de la verdad, de la justicia y de la dignificación, porque ¿de qué sirven unas condenas, si los militares no reconocen lo qué hicieron? Y ¿de qué sirve una pena, si ésta es una nueva burla a las víctimas?

Son las historias de los desaparecidos, sumadas a las de los sobrevivientes de tortura Eduardo Matson, Yolanda Santodomingo y Orlando Quijano y sus familias, los que nos continúan inspirando en el camino de la memoria para no desfallecer a pesar de nuestras pequeñeces humanas, son ellos y sus familias, los signos de la imposibilidad del olvido cuando la impunidad reina. 

Impunidad terca decisión tejida de los poderosos que se desmorona con la dignidad que se expresa en la memoria, por eso, ellos somos nosotros, ellas somos nosotros


Los desaparecidos del palacio de justicia en nuestra memoria.
Ejecutados en el palacio de justicia sin olvido.
Ellas y ellos son parte de nuestra historia

miércoles, 5 de noviembre de 2014

29 AÑOS SIN JUSTICIA ​¿​CUÁNTOS MÁS?


FAMILIARES DE DESAPARECIDOS PALACIO DE JUSTICIA

6 Y 7 DE NOVIEMBRE DE 1985

Este jueves 6 de noviembre acompáñanos a conmemorar los 29 años de la desaparición de ​nuestros familiares ​d​el Palacio de Justicia.

2​9 años de impunidad en la memoria.

Estaremos ​en la Plaza de Bolívar​ desde las 1​1:00 a.m.​, tendremos ​toque con Cesar López, Reincidentes y la ​b​atucada la Tremenda Revoltosa.

​Sobre​ las 3​:00 ​p​.​m​.​ ​nos desplazaremos en bicicleta hacia el Cantón Norte​ y haremos un plantón allí mismo.​ ​T​rae tu bici​cleta​ y pedalea por la memoria.




JUEVES 6 DE NOVIEMBRE

¡¡¡​​NO OLVIDEN SUS BICIS!!!

​¡¡¡​LOS ESPERAMOS!!​