lunes, 9 de abril de 2018

Jorge Eliecer Gaitán


Primero fue el desconcierto, después la indignación, luego sopló una ráfaga de cólera que encegueció las conciencias. La historia de Colombia tomó otro rumbo. Ya el País no regresaría jamás a lo que había sido hasta la 1:15 p.m. del 9 de abril de 1948. Jorge Eliécer Gaitán había despertado las esperanzas de las gentes, que consideraron el magnicidio como la frustración de sus sueños democráticos.

Como un hombre emocional, pasional y místico, ideológicamente feminista y como un político futurista, así define Gloria Gaitán a su padre el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.

El 9 de abril de 1948, hacia la 1:15 p.m. en la Avenida Jiménez con Carrera 7ma en la ciudad de Bogotá, a la salida de su oficina, JORGE ELIECER GAITAN AYALA fue atacado por un sicario, quién disparó en tres ocasiones, logrando llegar con vida al Hospital Central en donde murió. Esta fecha, fue la que se denominó luego, como el “Bogotazo”, que quedó grabado en la historia colombiana y que destapó finalmente, la persecución adelantada contra el gaitanismo.

El día anterior, el dirigente político y abogado, JORGE ELIÉCER GAITÁN ganó el caso del Teniente José María Cortés acusado de ser responsable del crimen de un periodista del partido Conservador, Eudoro Garza. Ese mismo día, a su hija Gloria Gaitán en el colegio Mary Mount de Bogotá una compañera de estudio le gritó: "Ojalá maten a su padre".

Según testimonios, ese 9 de abril, dos hombres que habían estado merodeando desde el medio día el lugar, se ubicaron de la siguiente manera, uno cerca de la puerta y el otro a pocos metros de distancia de éste. Al ver salir a JORGE ELIECER del edificio, uno de los hombres le hizo una señal al que apretaría el gatillo, quien posteriormente fue identificado como Juan Roa Sierra, actor material del magnicidio.

Juan Roa, se acercó a JORGE ELIECER por la espalda y le disparó en varias ocasiones. Tres balas se alojaron en su humanidad, una de ellas en la cabeza, dos en el tórax. Era tal la resistencia de JORGE ELIECER, su arraigo a la vida y a lo que en ella aún tenía por hacer, que se mantuvo vivo hasta llegar a la Clínica Central ubicada en la calle 12 con carrera 4ª, donde falleció en momentos en que le realizaban una transfusión de sangre.

Conocido el deceso del líder liberal se inició una revuelta popular en Bogotá y en diversas ciudades con la pretensión de derrocar el gobierno conservador a quién se responsabilizó del Crimen, de quien iba a ser sin lugar a dudas, el presidente de Colombia. Con su crimen se disparó la violencia represiva del Estado y la sublevación como expresión popular ante el establecimiento.

Cientos de muertos y heridos, el centro de la capital destrozado y el inició de una época de violencia política, que 60 años después no termina.

La vida de Gaitán se construyó al lado de las aspiraciones de dignidad de amplios sectores populares colombianos. Sus ideas dentro del partido Liberal fueron trastocando los cimientos de poder de los dirigentes de su partido y los del conservador, el temor del establecimiento a la posibilidad de una conquista del poder generó diversas reacciones en contra.

Esta actitud se expresó a través de la prensa, de la jerarquía de la iglesia política, de las instituciones educativas, las expresiones despectivas, la intolerancia al pensamiento plural fueron ambientando el año de 1946, el desarrollo de estrategias paramilitares, llamadas "los chulavitas", y "pájaros" instigadas e inspiradas en el Gobierno del Partido Conservador de Mariano Ospina Pérez..

Al lado de la estrategia represiva se iba desarrollando una estrategia política y de control social de división en las bases populares. La combinación de ambos mecanismos generó el enfrentamiento popular mientras la clase dirigente conservaba el poder.

Gaitán expresó la necesidad de constituir una democracia directa a cambio de una democracia representativa, evidenció el abismo de la clase dirigente con el pueblo, el uso del engaño para disgregar las posibilidades de acceso al poder de los intereses contrarios a las oligarquías.

Concretamente, fue el 23 de septiembre de 1945, el día en que Gaitán fue promulgado como el “Candidato del Pueblo” por una gran convención popular celebrada en la plaza de Toros La Santamaría. En esa ocasión, fue vencido por el conservador Mariano Ospina Pérez.

Fue esta misma relación que Gaitán tenía con el pueblo la que lo llevó ser visto por jefes de los partidos políticos como un hombre irresponsable y peligroso, como un revoltoso.


¿Pero cómo no temerle? si Gaitán a sus tan sólo 32 años, era Presidente de la Cámara de representantes, ostentaba la Jefatura de la Dirección Nacional Liberal y la Rectoría de la Universidad Libre.

Alcalde de Bogotá en 1936, Ministro de Educación en 1940, Ministro de Trabajo (1943-44) y Magistrado de la Corte Suprema en 1939; fueron otros de los cargos que ocupó.

Pero ahí justamente, radicaba la diferencia entre Gaitán y los políticos de su tiempo, quienes querían estar por encima del pueblo y quiénes compartían con la sociedad las causas, más no el sentir colectivo y las emociones.

Eduardo Umaña Mendoza antes de su crimen reabrió el proceso judicial con una denuncia en la que se develaba la participación de la clase dirigente en el crimen, responsabilidad que siempre se oculta bajo el sicariato, formas mercenarias o la fuerza pública y paramilitar, la participación de la Central de Inteligencia Americana, CIA.

Se conmemora otro año de impunidad, que se han enfrentado no solo al aparato judicial, si no al genocidio del movimiento gaitanista, al olvido propiciado por la historia oficial.

Con el crimen de Gaitán se mostró la capacidad criminal del establecimiento, la pretensión de borrar de un tajo la memoria, y negar a los excluidos la posibilidad de la democracia política y la democracia económica.

En los discursos de Gaitán se supera la impunidad del aparato de justicia, fortín en que el crimen conserva sus privilegios fundados en la sangre, en la corrupción y la infamia. En su memoria, en su dinamismo presente, como una conjuración contra el olvido, su palabra, expresión de una esperanza que se mantiene.

Jorge Eliécer Gaitán en la memoria

Jorge Eliécer Gaitán Sin Olvido