miércoles, 10 de abril de 2019

Masacre del Naya


Abril de 2001

En abril de 2001, durante semana santa ocurrió la incursión paramilitar en el Naya, operación que contó con la anuencia, tolerancia y complicidad de unidades militares adscritas a los Batallones “Pichincha”, al mando del coronel TONY ALBERTO VARGAS PETECUA y el Capitán ANDRÉS ZAMBRANO y unidades militares del Batallón Palacé de Buga, ambos pertenecientes a la Tercera Brigada del ejército con sede en Cali. 

El 9 de Abril de 2001 paramilitares irrumpen en el poblado Concepción, Ubicado en el Alto Naya, utilizando niños como escudos humanos, zaqueando viviendas, arrojando decenas de pertenencias al río Naya. Al caer la noche los Afronayeros son obligados a desplazarse al bajo Naya, mientras que atrás en lo alto del Naya quedan los desaparecidos, los muertos y los torturados. Los siguientes dos días asesinan aproximadamente a 13 personas, entre ellos niños que fueron cercenados; Los paramilitares siguen llevándose por delante lo que encuentran en el camino, pasando por el punto El Ceral, los poblados La Vega y El Crucero por el camino que conduce a Río Minas, donde asesinan a otras 2 personas mas, En Río Minas asesinan a otros campesinos y después se trasladan a La Paz, allí, con una moto sierra, asesinan a una señora. 

El 11 de Abril siguen en el poblado el Placer, torturan a pobladores indígenas, los amenazan, queman y saquean casas. 

El viernes 13 de abril del 2001, las amenazas de muerte llegaron hacia las 5:30 p.m. a través de la presencia de los primeros tres paramilitares. Uno de ellos era un ex guerrillero del ELN conocido como “Peligro”. Los armados anunciaron la llegada de más de un centenar de paramilitares que se encontraban en el sitio conocido como “El Saltillo” y desde ese momento se generó el desplazamiento forzado en el bajo Naya. 

El sábado 14 de abril del 2001, mientras se desplazaban forzadamente los últimos pobladores, quedando muy pocos presentes en el caserío La Concepción, los paramilitares que seguían llegando desde el día anterior se dedicaron al festejo, se embriagaron, hurtaron y dañaron lo que encontraron a su paso. Un grupo de esos paramilitares se dirigió al caserío de Cascajito y encontraron a JUANA BAUTISTA ANGULO HINESTROZA, sola, porque su familia se había desplazado desde la noche anterior y ella no se unió a ellos porque no valoró el peligro, sufría de problemas mentales. 

JUANA BAUTISTA, afrodescendiente de 45 años de edad, quien a pesar de su retardo mental, fue abordada por los paramilitares, accedida carnalmente de manera violenta, torturada y posteriormente asesinada. JUANA BAUTISTA vivía con sus hermanas en la casa materna, ella se dedicaba a labores agrícolas familiares, la pesca en el río con catanga o nasa, utensilio tejido de paja utilizado como trampa de camarones, lavaba ropa en el río, en batea y se transportaba en su potrillo, embarcación de madera. 

Su cuerpo sin vida permaneció dos días a la intemperie, los paramilitares permanecieron en el caserío durante este tiempo e impidieron a los pobladores que se acercaran. 

Solo hasta el lunes 16 de abril de 2001, los paramilitares salieron del lugar y se trasladaron hacia los caseríos ubicados río abajo, entre Las Pavas y Dos Quebradas, donde saquearon y destruyeron bienes de los habitantes siguiendo su camino hacia el caserío de San Francisco Naya. 

Ese lunes, ocho pobladores que se habían desplazado, regresaron al caserío de Cascajito. Hallaron el cuerpo de la afronayera con los grabados de la barbarie, de los tratos crueles y degradantes. 

El martes 17 de abril, hacia las 10:00 a.m., JUANA BAUTISTA ANGULO HINESTROZA fue sepultada en el cementerio comunitario, ubicado en el sector de Guadualito. 

UN VIERNES SANTO EN EL MES DE ABRIL DEL AÑO 2010 el cuerpo de Juana Bautista es exhumado con el objetivo de determinar el modo de su asesinato, y buscar evidencias de quienes estuvieron detrás del desplazamiento. 

1 año después, EL 26 DE ABRIL DE 2011, EL cuerpo de Juana Bautista ES REGRESADO A SU FAMILIA Y A la comunidad, ese día fue la sepultura definitiva de los restos de Juana en el cementerio de La Concepción, en el territorio Nayero. Desde que sus restos retornaron al territorio, los alabaos, cantos propios del pacífico para acompañar los difuntos estuvieron presentes hasta su sepultura. 

Lo propio ancestral, se mezclo con los rituales de la tradición católica, muy arraigada en los afronayeros quienes recordaron lo sucedido el viernes santo con Jesús de Nazaret y juntaron al calvario, los hechos del viernes santo 13 de abril del 2001 con la incursión paramilitar. Al igual que Jesús, también Juana fue ultrajada y asesinada, también el pueblo afronayero fue crucificado. 

Una noche de acompañamiento y de ritual propio del pueblo afronayero, de nuevo la memoria sobre la vida de Juana, su liderazgo familiar, su situación de salud, las circunstancias de su muerte se hicieron presente y se relacionaron con la historia del pueblo, con sus 332 años de vida en el territorio marcada por la esclavitud y las luchas, la libertad y con los dolorosos hechos de abril del 2001 y se reafirmó una vez más, en medio del dolor y de la muerte, las luchas y trabajos por arraigar la vida en el territorio. 

Ese 26 su familia y amigos caminaron con Juana por su comunidad, por la orilla del río Naya, por los mismos lugares que ella anduvo durante sus años de vida, una de las estaciones fue en su casa, donde habitó con sus hermanas y hermanos, donde compartió con sus sobrinas y donde en la soledad del desplazamiento fue velada en abril del 2001, solo que ese día fue en presencia de sus hermanas, de su comunidad, tal como el pueblo afro despide a sus seres queridos. La espera de 10 años para realizar este ritual propio de duelo y sepultura deja daños irreparables en la familia y la comunidad. 

Con este ritual de conmemoración que terminó en el cementerio, la familia de Juana y la comunidad nayera cerró el ciclo de duelo por su muerte, dignificó su vida y su memoria y afirmó con firmeza la exigencia de verdad, justicia y reparación integral. 

Juana Bautista Angulo Hinestroza volvió a su tierra, camina con su pueblo, es presencia espiritual, al lado de los ancestros, es presencia viva dentro de la comunidad, acompaña a su pueblo afronayero en la reafirmación de su espíritu de lucha por la vida, por el territorio y contra la impunidad. 

La comunidad del Naya sigue esperando avances en materia de justicia y reparación. 

Masacre del Naya y Juana Bautista Angulo en la Memoria 
Masacre del Naya y Juana Bautista Angulo Sin Olvido

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