17 de abril de 1990 |
Trujillo es un municipio al norte del departamento del Valle del Cauca que vive del café, bañado por aguas que desembocan en el río Cauca, ese mismo en el fueron arrojados los restos del Padre Tiberio tras un episodio de terror.
En Abril de 1990, Trujillo sufre la violencia sistemática por parte de La Fuerza Pública en alianza con el narcotráfico y los paramilitares. Cientos de campesinas y campesinos, fueron desaparecidos, torturados y asesinados en este lamentable capítulo de la historia colombiana.
Cada noche, hombres encapuchados se llevaron a quienes acusaban de colaborar con la guerrilla, los sacaron de sus casas y desaparecieron para regresar la noche siguiente. El 17 de Abril, se llevaron al Padre Tiberio y a su sobrina, diciéndole al pueblo que no regresaría con vida. Al llevárselos obligaron al Padre Tiberio a presenciar la violación y muerte de su sobrina, después fue torturado y desmembrado.
Su cuerpo cercenado apareció días después, el 24 de Abril. Un golpe para todo el pueblo, una herida profunda a la comunidad que llevaba semanas completas sumida en la incertidumbre y el dolor. El asesinato de Tiberio se debió a su negativa de abandonar a la gente en un momento tan difícil, se negó al silencio, asesinado porque en medio de tanto llanto, su voz se hizo colectiva, se hizo esperanza.
El homicidio del Padre Tiberio de Jesús Fernández, trae consigo la masacre del pueblo de Trujillo, el dolor de muchos; su homicidio representa no la muerte de un hombre, sino la muerte de cientos de hombres y mujeres, representa la injusticia y la violencia que ha sufrido y continúa sufriendo Colombia.
A pesar de que el 31 de enero de 1996, el Estado reconoce su responsabilidad en la Masacre, Trujillo es condenada al olvido y a la impunidad. El caso fue llevado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y sin embargo el Coronel Alirio Antonio Urueña Jaramillo es absuelto, andando libre por casi 18 años, sólo 11 años después, alias “El alacrán” es judicializado, pero únicamente por narcotráfico. Diego Montoya, un capo de la región siquiera había sido vinculado a tal episodio. El municipio sufrió además el abandono del estado y del pueblo colombiano, sufrimiento que sólo puede reproducir la violencia.
El Padre Tiberio sigue vivo en la enseñanza que le dejó al pueblo de Trujillo, murió comprometido con la gente y no en vano, porque la lucha continúa, persiste en quienes decidieron no callar.
Padre Tiberio, en la memoria
Padre Tiberio Sin Olvido.
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