4 de Julio de 1998
El 4 de julio de 1998, un sábado, día de actividad comercial
en el casco urbano de Dabeiba se
encontraba Francisco Javier Montoya
y se dirigió de allí hacia La Balsita.
En el punto conocido como “La Recta del Papayero”
fue obligado a bajarse del bus por tres paramilitares.
Los armados que operan bajo la dirección de las Fuerzas Militares lo golpearon,
lo obligaron a arrodillarse y le preguntaron en qué trabajaba. El líder campesino, respondió con
la verdad, “soy promotor de salud”,
sus asesinos le replicaron: "Es verdad que usted es promotor, pero es un sapo de la guerrilla” (...)
“usted es el que manipula a los desplazados en Dabeiba".
Sus victimarios le dispararon en tres ocasiones. Un tiro en
la cabeza, otro en la boca y finalmente uno en el corazón. Posteriormente, los
restos de Francisco Javier Montoya fueron transportados por sus asesinos en una
camioneta de color azul, de placas KFD 965 de
Medellín, que se dirigió hacia el caserío de Urama. El cadáver de Francisco
Javier jamás fue hallado.
La labor de Francisco Javier fue muy importante, dedicó su
vida a servirle a la comunidad de la Balsita en
Dabeiba, Antioquia
siendo promotor de salud en el municipio y denunciando los casos de desplazamiento forzado, trabajó
por mejorar la calidad de vida de la población desplazada,
estableciendo albergues y resistiendo junto al campesinado.
Francisco en medio del absoluto control paramilitar en Dabeiba
denunció ante la comunidad nacional e internacional los crímenes de lesa humanidad cometidos
por militares de las Brigadas IV y XXVII del
Ejército, y paramilitares desde 1996 y 1997 que originaron el
desplazamiento forzado ocurrido en La Balsita. Francisco hizo público los
pasajes de horror que se desarrollaron por parte de las mismas estructuras paramilitares responsables de la
Masacre del Aro, en las que se conoce la participación de
la Gobernación de Antioquia. De
esa verdad hablan los mandos paramilitares de la época, a los que se ha querido
silenciar en las cárceles de los Estados Unidos,
de esa verdad habla Francisco Villalba, ex
paramilitar, asesinado días después de rendir un testimonio en
que implicó al célebre presidente de la “seguridad democrática”.
Aún el asesinato de Francisco Javier, todo sigue en la impunidad. La verdad se ha
disfrazado de mentira, el municipio de Dabeiba para muchos es "un remanso
de paz" como se lee a la entrada del pueblo. "Paz" de las estrategias militares encubiertas
con la acción y omisión de unidades militares de las Brigadas IV y XXVII del Ejército,
de la Policía Nacional, de las autoridades locales que no hicieron nada para
evitar el desplazamiento, para evitar los centenares de crímenes de lesa humanidad
ocurridos en Dabeiba entre 1997 y el 2001.
Por lo menos 300 de esos crímenes se encuentran documentados y fueron
presentados a la fiscalía a través de Constancias Históricas y
Censuras Morales. Nada se ha hecho para esclarecer la verdad,
para allanar caminos de justicia y sanción integral.
Años de arrogante impunidad,
de inercia investigativa se encuentran enfrentados a la memoria colectiva sellada en un
árbol, el árbol de la vida, allí se encuentra Francisco y más de 300 víctimas
de asesinatos, desapariciones forzadas, torturas, de mujeres accedidas
carnalmente, de quemas de caseríos y millares de desplazados. Nada se ha hecho
en concreto para esclarecer la verdad,
dar respuesta a la demanda de justicia y para garantizar la vida en los
territorios de La Balsita a
las comunidades desplazadas cerca de Dabeiba.
La memoria de Francisco y de esos millares de víctimas, los
territorios del horror son andados por decenas de habitantes rurales y urbanos
de Colombia, que claman por la justicia y la vida en los
territorios, objeto de los saqueos y de los intereses empresariales.
Allá
están en la andadura para enfrentar la violencia estatal
para afirmar la dignidad en los territorios, en medio de esa impunidad, que ha
permitido que hoy, muchos de los paramilitares,
sigan disfrutando de sus libertades, sin ningún control, de las posesiones
tomadas con sangre y fuego, como mercenarios del capital.
La memoria hoy continúa perpetuándose en las familias
campesinas que afirman el Derecho a la Verdad, a la
Justicia, a la Reparación desde la Zona Humanitaria "El Paraíso" de
la Comunidad de Vida y de Trabajo La Balsita.
Hoy la comunidad mantiene viva la búsqueda de justicia. Ya
no es la esperanza en un aparato de justicia inactivo cómplice de la
criminalidad, es la esperanza que nace desde la memoria, desde la expresión de
la creación en algo que hunde sus raíces en el monumento, que la propia vida
erigió para no olvidar, para arraigar, es el Árbol
de la Vida. Porque como dijo en una ocasión una de las
matriarcas de la Comunidad "Nos duele recordar, pero más nos duele
olvidar". Por ello, hoy la Comunidad conmemora la desaparición forzada de
Francisco Javier Montoya, al lado del árbol de la vida.
Francisco Javier Montoya en
la Memoria.
Francisco Javier Montoya Sin Olvido.
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