9 de Agosto de 1994
"Que
no mueran los soldaditos. Que no mueran los labriegos. Que puedan sentarse a
las orillas de sus casas, como esas familias dominicales que nos miraban cuando
nos acercábamos al aeropuerto, cuando vimos que los campesinos asesinados se
habían convertido en arboles frondosos entre cuyas ramas volaban pájaros, se
oía subir el calor eterno de la tierra y para defenderse de la noche sonaba una
canción de amor entre el verdor valiente y alegre de las bananeras”. M.Cepeda
Manuel Cepeda: humanista y político
9 de agosto de
1994, la vida y la voz de Manuel Cepeda Vargas fueron
silenciadas pero no olvidadas. Poeta, pintor, abogado, político y sobre todo
humanista será recordado por su labor en la búsqueda de una Colombia que
respete la vida y los derechos humanos, la libre expresión y la justicia
social.
Nació en Armenia el 13
de Abril de 1930, estudió derecho en la Universidad del Cauca, en 1952,
mientras cursaba la carrera ingresó al Partido Comunista Colombiano (PCC), en
1958 fue elegido miembro del Comité Central del PCC, donde se encargó de
reconstruir la Juventud Comunista Colombiana (JUCO). En 1960 contrajo
matrimonio con Yira Castro, con quien tuvo dos hijos,
María integrante del Comité Central del PCC e Iván, senador del Polo
Democrático, defensor de los derechos humanos y filósofo de profesión.
En 1964 fue encerrado en
la cárcel La Modelo de Bogotá, por denunciar la agresión contra la resistencia
campesina en Marquetalia, Tolima, allí escribió un libro de poemas titulado
“Vencerás Marquetalia” en homenaje a esa movilización. En 1983, cuando era
director del periódico Voz Proletaria, lo nombró Seminario Voz, proponiendo con
ese nombre el cambio a un diario con un modelo más democrático; tres años
después se retiró y su puesto lo ocupó el activista y político Carlos Lozano
Guillén (1949-2018). En 1992 fue nombrado secretario general del PCC, alentó el
surgimiento de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), también participó en
la fundación del Comité Permanente por la defensa de los derechos humanos y fue
promotor de la creación del Ministerio de Cultura.
Magnicidio, denuncia y omisión.
En 1993, Cepeda
Vargas denunció ante el Ministro de Defensa Rafael Pardo Rueda la existencia de
un plan denominado “Golpe de Gracia” definitivo para el exterminio de la Unión
Patriótica (UP), del cual terminaría siendo una víctima posterior. El
9 de agosto de 1994 a las 9 de la mañana, cuando el abogado había abandonado su
residencia en Ciudad Banderas al suroccidente de Bogotá y se movilizaba por la
avenida de las Américas cerca al barrio Mandalay, fue alcanzado por sicarios
quienes dispararon varias veces en su contra cuando viajaba en el asiento del
copiloto; el conductor y escolta de Cepeda, que fue contratado por la UP para
protegerlo, siguió en marcha por 30 metros y descargó seis tiros contra los
asesinos.
Pese a que acudió a
organismos internacionales para que se le brindará medidas de protección por
parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Manuel Cepeda
perdió la vida; el Estado colombiano tampoco adoptó ningún control para evitar
el exterminio de los miembros de la UP, incluso desde 1985, año de la
consolidación de ese partido político, iniciaron los asesinatos, masacres,
desapariciones forzadas y torturas a sus militantes, quienes venían denunciado
desde ese año los hechos públicamente ante la prensa y aun así no se tomaron
medidas de protección.
Investigaciones
determinarían que el asesinato de Cepeda fue operacionalizado por militares y
paramilitares; la participación de los suboficiales Hernando Medina Camacho y
Justo Gilberto Zúñiga, y su relación con la estructura paramilitar de
Carlos Castaño. Se señaló además al General Rodolfo Herrera Luna como uno de
los autores intelectuales del magnicidio, sin embargo, este murió de un infarto
antes de ser juzgado.
Se relacionó a Jesús
Emiro Pereira, concuñado de los hermanos Castaño como cómplice del crimen quien
fue sometido a sentencia anticipada; también se vinculó al ex -subdirector del
DAS José Miguel Narváez como determinador y asesor de crímenes paramilitares
entre ellos el presente caso. En 1999, un juez penal de Bogotá dio sentencia
condenatoria de 43 años a los suboficiales Justo Gil Zúñiga Y Hernando Medina,
mientras que Carlos Castaño resulto exonerado.
A pesar de los actores
implicados y las evidencias presentadas, el esclarecimiento y los vínculos
entre los mismos ha sido difícil de establecer, dadas las características de la
planeación, la división de tareas y la ejecución del crimen; lo que ha
dificultado la conexión y aclaración sobre los niveles de perpetradores
tanto intelectuales como materiales. En consecuencia, los testigos del
hecho y los familiares del senador también fueron afectados y victimizados.
Labor y militancia: motivaciones de lucha social
El asesinato de Manuel
fue un intento de silenciar ideas y voces que tuviesen un intento de cambiar el
país. Siempre se interesó por realizar proyectos de ley en beneficio
de campesinos, jóvenes, trabajadores y sectores vulnerables, impulsó la ley de
Objeción de Conciencia al servicio militar obligatorio, logró construir barrios
populares en Bogotá en predios ociosos, cuando se daba un proceso de
urbanización en el país. Promovió la organización de la cultura ligado a la
lucha social y sobre todo tenía un compromiso por el cambio y la paz como solución
democrática y política ante el conflicto social.
Suscitó la unidad
popular, la ampliación y unión de la izquierda, fue consecuente en la idea de
la unidad para un proyecto de diálogo, democracia y revolución social. Con
estas ideas busco un acuerdo para dar fin al conflicto armado con la
guerrilla. Manuel como los demás miembros de la UP, agrupó diversas ideas
que respaldaron la paz, para una transformación democrática en Colombia, de
forma que los opositores a esas premisas del movimiento político, dieron fin a
su vida para silenciar y exiliar las voces de cambio frente a una estructura de
egotismo.
Las palabras de Manuel
aún siguen siendo legítimas sobre la conciencia social que debe adquirir el
país, el senado indicaba que “En una sociedad edificada con los
materiales de la desdicha, el camino más fácil es despeñarse por la pendiente
de la desesperación o del escepticismo. No puede surcarse el mar de la vida si
no es con la fraternidad, para rescatar a nuestro pueblo del oprobio, del
desprecio y de la humillación en que se halla sumido. Luchar para ella era la
mayor felicidad posible… Sabía que para saber hay que estudiar. Que hay que
meditar sobre lo leído. Que para memorizar hay que escribir. Que hay que leer y
reflexionar, y volver a leer y reflexionar de nuevo.”
Crimen en impunidad y Memoria
La muerte de Manuel
selló un intento hacia una democracia que posibilitará expresiones políticas
diversas e incluyentes. Su asesinato es un crimen que sigue en la impunidad,
piezas probatorias fueron destruidas, testigos y familiares fueron sometidos a
amenazas, presiones y asesinatos; este caso, sumado a muchos más demuestra el
alcance desmedido de la violencia en Colombia.
El 10 de diciembre de
2008 la sala Cuarta del Consejo de Estado ordenó al Estado Colombiano a
indemnizar a la familia de Cepeda Vargas, pero Iván Cepeda renunció a
esa la reparación económica, puesto que aún no se ha determinado la
identidad de los autores intelectuales y que el Estado no había reconocido la
responsabilidad por la muerte de su padre.
En junio de 2010, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó al Estado Colombiano
por el asesinato del senador Cepeda, como un crimen en el que participaron
militares, integrantes de la fuerza pública y jefes paramilitares. La sentencia
se entendió como histórica y dentro de un marco colectivo, puesto que
su asesinato se relaciona a millares de víctimas, su muerte evidencia
la ruptura del tejido social, la justicia y la paz en Colombia. Más tarde en
2011, durante el gobierno de Juan Manuel Santos tuvo que pedir perdón público a
sus familiares, al seminario Voz, a la UP y al partido comunista, en un acto
que se realizó en el Congreso de la República con la intervención de Germán
Vargas Lleras, en este entonces ministro de interior.
Pese al pedido de
perdón, la ejecución del asesinato de Manuel se enmarca en un patrón
sistemático de violencia contra la UP y el PCC, en ese sentido, el Estado se
adjudicó la responsabilidad parcialmente, reconoció internacionalmente la
violación del derecho a la vida, la dignidad, la libertad de expresión y el
derecho a la integridad personal, este último, fue reconocido tanto para la
víctima como para los familiares; el Estado brindó rehabilitación médica y
psicológica, sin embargo, no hay un costo comprometido con una reparación
integral por el asesinato a Manuel, el proceso disciplinario contra los autores
del crimen fue precario, puesto que la cadena criminal de mando no fue
sancionada penal, ni socialmente, los autores intelectuales del crimen disfrutan
de libertad, poder económico, político, entro otros.
Una de las reparaciones
que realizó el Estado colombiano fue la creación de la Beca Manuel Cepeda
Vargas para estudiantes víctimas del conflicto armado que cursen undécimo grado
y deseen realizarse profesionalmente en ciencias de la comunicación. Por otro
lado, la sociedad colombiana ha realizado en nombre de Manuel multiplicidad de
acciones para hacer memoria sobre su vida, dado que él fue una voz
representativa para militantes de la UP, del PPC y de civiles que continúan
buscando y afirmando un derecho por la paz y la democracia. Desde la cultura,
la poesía, el periodismo y la vida Manuel Cepeda sembró la memoria. Como muchos
otros colombianos intento realizar la tarea de dar reflexión, comunicar la
verdad y ser un ejemplar de lucha para la sociedad colombiana y de esta forma
deshacerse del engaño sistemático e histórico hacia la misma por parte de los
medios de comunicación, la política y las diversas formas de capital.
El crimen de Manuel, fue
un delito contra su carácter, es decir, su humanidad, sus ideas democráticas,
incluyentes y plurales. Su memoria no ha quedado en el olvido por parte de
la sociedad, se fundó el Barrio Manuel Cepeda Vargas, así mismo, un colegio al
sur de Bogotá con su nombre donde un grupo de 250 profesores, crearon la
Cátedra Cepedista, no solo para que no se olvide la labor del senador, sino
para que los jóvenes pretendan los principios éticos y los valores en memoria
del mismo; de forma reciente en 2015 se realizó un mural consolidado por
Hernando Hernández junto a integrantes del Movimiento Nacional de Víctimas de
Crímenes de Estado (Movice) en Bogotá, quienes trabajaron en este acto
conmemorativo a Manuel.
Su muerte, pero ante
todo su vida, demuestran cómo la memoria alcanza ciertos espacios,
Como dedico Manuel a su esposa Yira, hoy sus palabras también evocan su
memoria, lucha y esperanza:
“Una inmensa calma surge de allí. La armonía entre las ideas por las
cuales se vivió y los actos que se ejecutaron, florece en una síntesis de paz y
de esperanza. Lejos, desde la colmena de la gran ciudad, nos llega el rumor con
que el pueblo amado, por el que ella tanto batalló, continúa viviendo y
luchando. Y la hierba, con su verdor simplísimo, parece sonreír anunciándonos
el nuevo mundo que va a nacer.”
Manuel Cepeda Vargas en la Memoria
Manuel Cepeda Vargas Sin Olvido
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