Junio 07 2011
Ana Fabricia Córdoba
lideresa del Urabá, reclamante de tierras, miembro del Movimiento
de Mujeres de Negro Contra la Guerra de la Ruta Pacífica de las Mujeres en
Colombia, organización que se pronuncia ante las situaciones de violencia que
afrontan niñas, jóvenes y mujeres, en el marco del conflicto armado, lideresa
de Latepaz (Lideres Adelante por un Tejido Humano de Paz) y de la Mesa
Interbarrial de Desconectados.
Desde muy joven padeció la violencia bipartidista y el
destierro por la misma, luego, debido a su activismo y compromiso con la
comunidad, desde los 51 años de edad, Ana, empezó a sufrir los atropellos cometidos por paramilitares en contra
de su familia por el Bloque Bananero de las Autodefensas Unidas de Colombia al
mando de Ever Velosa alias “HH” y tras la muerte de su primer esposo se vio
obligada a huir del Urabá Antioqueño y luego del asesinato de unos de sus hijos
de 13 años de edad paso a refugiarse en la ciudad de Medellín, en el barrio La
Cruz, Comuna 3, en 2001.
Desde el año 2002 se intensifico la estrategia paramilitar en los barrios
de Medellín especialmente en La Cruz y La Honda y Ana Fabricia valientemente
denunció los abusos cometidos por parte de la Policía de la Estación de San
Blas (Manrique), quienes torturaban y le dé daban tratos crueles a los jóvenes
del barrio entre ellos sus propios hijos.
Sus denuncias también ponían al descubierto la connivencia
de la fuerza pública con grupos paramilitares siendo clara en señalar a
miembros de la Policía pertenecientes dicha estación, de apoyar la estructura
paramilitar en la zona.
Dos años después, fue acusada de ser colaboradora de la
guerrilla de las FARC, por lo que estuvo dos meses en la cárcel del Buen Pastor. Ana Frabricia
responsabilizó a la Policía del barrio La Cruz debido a las persecuciones y
malos tratos de los que sus hijos habían sido víctimas. Seguido de esto,
recibió reiteradas acciones de allanamiento sin orden judicial e intimidaciones
acusándola nuevamente de ser colaboradora de las FARC.
La persecución nunca cesó y el 7 de julio de 2010 su hijo
Jonatan Arley Ospina de 19 años de edad fue asesinado, Ana encontró el cuerpo de
su hijo sin vida en el sector de La Honda, contiguo al barrio La Cruz. Jonatan
antes de su muerte se comunicó con Ana y le indicó que lo tenía la policía los
agentes Carmelo y Osorio y que lo iban a matar.
A partir de este trágico hecho Ana Fabricia denunció con más
insistencia la culpabilidad de la policía, que provocó múltiples amenazas
contra su vida y su familia. La Policía Metropolita del Valle del Ubarrá le
propuso la práctica de un análisis de riesgo, pero la lideresa la negó debido a
que sus denuncias eran contra esta entidad del Estado.
En abril de 2011 denunció públicamente la situación de
riesgo, las amenazas y hostigamientos durante la sesión del Comité
Metropolitano de Derechos Humanos y aun así, el 7 de Junio de 2011 fue asesinada, un hombre le disparó en su cabeza con
un arma con silenciador mientras se movilizaba en un bus público de la ruta
Santa Cruz. Por temor, sus conocidos, familiares y compañeras del movimiento comunitario
de Medellín se desplazaron de la ciudad o se exiliaron.
El caso fue asignado
a la Fiscalía número 37 de derechos humanos de Medellín, pero la Fiscal
asignada se ha encargado de frenar el proceso para que lo abogados de las víctimas
no conozcan ni hagan seguimiento al caso en la fiscalía.
Luego de la muerte
de Ana sus familiares continuaron siendo perseguidos, amenazados e incluso
asesinados. Más tarde el 1 de febrero de 2014 fue asesinado su hijo Carlos
Arturo Ospina, recibió cuatro disparos en su cuerpo en el sector conocido como
Naranjal.
El Asesinato de Ana Fabricia evidencia la constante
persecución contra los y las líderes comunitarias que trabajan en las
diferentes regiones del país y pese a todas las denuncias es clara la
negligencia y omisión de parte de las autoridades que no le garantizaron la
vida.
En junio de 2018 se dio la captura de Carlos Mosquera Moreno
alias “Batei” señalado como responsable del asesinato de la lideresa. Batei es acusado del crimen, líder de una banda
delincuencial denominada los Triana, un grupo sicarial de Medellín.
Desde el 2010 se han intensificado las agresiones
individuales contra defensores y defensoras de derechos humanos, siendo
asesinatos, organizaciones sociales o de derechos humanos fueron víctimas de
algún tipo de agresión que puso en riesgo la vida e integridad de sus miembros,
la omisión, ineficacia, negligencia se constituyen en elementos de impunidad
que obstaculizan la labor legítima y legal de defensa de los derechos humanos.
Seguimos esperando a que el Estado Colombiano brinde
garantías reales a los líderes comunitarios, defensores de derechos humanos y
víctimas del conflicto armado en Colombia.
Ana Fabricia
Córdoba, en la Memoria
Ana Fabricia
Córdoba, Sin Olvido
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