27 febrero 1998 - 27 febrero 2013 |
Jesús María Valle Jaramillo, defensor de la vida y los derechos humanos. De sus entrañas, de caminantes a su lado, de la andadura en la memoria contra la impunidad. El defensor incansable de las ideas y las palabras, era un convencido que sin justicia social no podrá existir una verdadera Paz. Jesús María Valle Jaramillo, fue un hombre bueno, sencillo, solidario, un amigo incondicional, un líder polifacético y de una capacidad de trabajo y de entrega sin límites, pero sobre todo un consecuente y valiente defensor de los derechos humanos en Medellín, Antioquia y Colombia. Su voz aún se recuerda, como si estuviera en las calles, en su oficina, en su casa, en los lugares donde compartió con las personas que siempre defendió, por las que abogó.
El 27 de febrero de 1998, siendo las dos y quince de la tarde dos hombres y una mujer entraron al Edificio Colon ubicado en la calle 49 con carrera 51 del centro de la capital antioqueña. Después de intimidar a su hermana, que trabajaba con él, los sicarios le dijeron a Jesús María Valle "usted para nosotros es muy importante, pero también es un problema". Lo obligaron a tenderse en el piso boca abajo y le dispararon en dos ocasiones en la cabeza.
En el sepelio de Valle el sacerdote Joaquín Vargas dijo que “un apóstol nunca piensa en sí mismo sino en los demás”. Por ello, Jesús María Valle representa esa clase de hombres que luchan por la dignidad del otro, aún a costa de su propia vida.
Quince años de impunidad, las confesiones de paramilitares ocultan a los culpables detrás de éste crimen, a los culpables de cuello blanco que ordenaron acabar con la vida de éste defensor.
Los bárbaros querían silenciar las contundentes denuncias que realizaba Jesús María Valle, las cuales en muchas oportunidades develaba una convivencia, una complicidad y una ayuda entre comandantes de la policía, del ejército y los paramilitares que cometen una serie de asesinatos en el perímetro urbano.
Jesús María Valle acompañó a las víctimas, en aquellos momentos difíciles cuando preguntaban por los desaparecidos, cuando defendía a las y los detenidos por razones políticas, a los campesinos desplazados forzosamente de sus tierras, a las víctimas de las masacres perpetradas por los paramilitares, a los estudiantes en sus luchas, a los indígenas, afro descendientes y las y los dirigentes sociales y populares.
Este abogado penalista, puso al alcance de los condenados pobres, el elitista Recurso de Casación ante la Corte Suprema de Justicia e hizo del ejercicio de su profesión una expresión comprometida y consecuente con su proyecto de vida.
Desde el Comité permanente por los derechos humanos, fue uno de los primeros en denunciar el terror de las autodefensas en Antioquia y particularmente en Ituango. “Yo escuchaba decir que el meridiano de la cultura y la política pasaban por Antioquia. Hoy puedo decir que el meridiano de la violencia pasa por Antioquia”, dijo en un recordado discurso el 25 de Agosto de 1997, que dió durante la conmemoración del décimo aniversario del asesinato de los defensores de derechos humanos Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur.
Las actividades de Jesús en defensa de los derechos humanos comenzaron a ser incómodas tanto para los grupos paramilitares como para algunos funcionarios cómplices de estas acciones.
En 1996 en una entrevista, afirmó: “desde el año pasado le pedí al Gobernador y al comandante de la IV Brigada que protegiera la población civil de mi pueblo, porque de septiembre a hoy han muerto más de 150 personas”. No le creyeron. Pocos días después, el entonces gobernador y hoy ex presidente, Álvaro Uribe, lo señaló como “enemigo de las Fuerzas Armadas” y fue denunciado por calumnia ante los tribunales.
Aún así, Valle denunció con gran coraje la complicidad del Ejército en las masacres de La Granja en 1996 y El Aro en 1997, corregimientos de Ituango, perpetradas por comandos paramilitares. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) terminó dándole la razón y condenó al Estado colombiano por la relación de algunos militares con esas masacres de Ituango.
Un día antes de su asesinato, se presentó en la Fiscalía para rendir indagatoria por la denuncia por calumnia que cursaba en su contra. Alegó que no había cometido ningún delito, pues su versión sobre los nexos entre miembros del Ejército y la Policía con los grupos paramilitares había sido comprobada por organizaciones internacionales de derechos humanos.
Por el asesinato de Jesús María Valle el Juzgado Tercero Penal Especializado de Medellín condenó a 40 años de prisión como coautores a Álvaro Gómez Mesa y a Jorge Eliécer Rodríguez Guzmán. Sin embargo estas personas aún no han sido capturadas por las autoridades.
El Juzgado también condenó a Carlos Castaño como autor intelectual del crimen, pero fue absuelto en segunda instancia. Varios miembros de la familia Angulo, una prestante familia de Ituango, relacionados con el homicidio, fueron absueltos.
En julio de 2001, el Tribunal Superior de Medellín confirmó la sentencia contra Castaño y otros, pero también la absolución de los hermanos Angulo Osorio. Varios integrantes de la banda de sicarios ‘La Terraza’ se responsabilizaron por el asesinato de Valle en un comunicado publicado que se dio a conocer a través de Tele Antioquia. Allí añadieron que Carlos Castaño les pagó por este y otros crímenes contra defensores de derecho humanos.
En mayo de 2007 el Concejo de Estado condenó a la Nación y ordenó pagar una indemnización de 1.700 millones de pesos a la familia de Valle. Pero varios familiares del abogado la rechazaron al considerar que “no se establece la verdad sobre su crimen”.
El caso pareció quedarse en esta decisión, hasta que fue llevado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en busca del esclarecimiento de la verdad y el 27 de noviembre de 2008 La Corte IDH falló contra el Estado colombiano en esta sentencia se obliga al Estado a reabrir la investigación, así como a realizar un acto público de reconocimiento de su responsabilidad en la universidad de Antioquia además de colocar una placa en la memoria de Valle en el Palacio de Justicia de Antioquia.
En 2009 la Fiscalía reabrió el caso y vinculó a Salvatore Mancuso y a Isaías Montes Hernández, alias ’Junior’ al considerar que según dicho ente: "están surgiendo evidencias que habrán de contribuir a aclarar los hechos". En el proceso además se investigó la participación de militares.
En julio de 2011 en respuesta a las recomendaciones y sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la que se solicitó una investigación imparcial y exhaustiva para sancionar a los autores materiales e intelectuales del asesinato del defensor de derechos humanos Jesús Valle Jaramillo, la Corte Suprema de Justicia invalidó las sentencias de absolución contra dos de los principales sindicados del crimen Jaime Alberto y Francisco Antonio Angulo Osorio y ordenó reabrir la investigación del caso en un juzgado penal de Medellín.
A Jesús María lo asesinaron los paramilitares y el Estado de Colombia, por ser quien era. Por su vital compromiso con la defensa de los Derechos Humanos y la Justicia, por su solidaridad con los desplazados y por su opción por los humildes.
Las múltiples actividades que él realizó, como defensor de los Derechos Humanos sin ninguna exclusión ni discriminación, tenían un objetivo y un propósito únicos: La dignificación de la persona humana, de los hombres, de las mujeres y de los niños, en especial de los más humildes. El parecía llenar todos los espacios y los tiempos: Así fue de vital, intensa, fructífera y consecuente su existencia.
Hoy conmemorando quince años de su asesinato, recordamos su exhaustivo compromiso con la comunidad, su lucha incansable por la justicia, su consecuente obra como defensor de derechos humanos. Hoy se recuerda a un gran hombre.
Pero también familiares, amigos y organizaciones sociales, claman por verdad y justicia por el crimen cometido y reiteran hoy como en su momento lo hizo Jesús María con su voz: “Aquí estamos y estaremos siempre, en el clamor de la lucha o en la quietud de la muerte”.
¡Jesús María Valle en la Memoria!
¡Jesús María Valle Sin Olvido!
Sin Olvido.
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