16 de febrero 2000 |
Entre el 16 y el 21 de febrero del año 2000 el corregimiento
de El Salado fue víctima de una de las masacres más violentas perpetrada por
paramilitares. Allí sólo eran posibles dos papeles, ser testigos forzados o ser
las víctimas de la danza paramilitar que termino con la vida de más de 80 campesinos
de una manera cruenta.
Por testimonios de los sobrevivientes sabemos lo que sucedió. Paramilitares que sin la mínima muestra de arrepentimiento o culpabilidad, narran apartes de lo sucedido, como en la versión libre del paramilitar “Juancho Dique”, quien afirmó que “A algunas de las víctimas de la masacre de El Salado las guindaron con cáñamos en los árboles, y las mataron con bayoneta. Fusiles que tenían bayonetas, y eran degolladas. Eso fue delante de la gente. Mientras mataban, los otros, de puro ocio, tocaban gaitas, tamboras y violines. Eso fue durante la masacre que duró entre 3 o 4 horas".
LA DANZA DE LA MUERTE PARAMILITAR EN EL SALADO
En la noche del 15 de febrero un grupo mayor a 400 paramilitares fuertemente armados bajo el mando del paramilitar conocido como H2 o Jhon Henao, se dividió en tres fracciones uno bajo el mando de” Amaury”, otro bajo el mando de 5-7 y en el ultimo estaba H2, un grupo ingreso a El Salado por la carretera principal de El Carmen. Otro entro por Ovejas, siguiendo la vía Flor del Monte y canutalito, y el último grupo llego por un sitio conocido como la Reforestación. Guiados por un grupo de desertores que se entregaron al ejercito. En los corregimientos de Canutal, Canutalito, y las veredas San Rafael, El Cielito, Patevaca y Bajo Grande, los paramilitares asesinaron a cerca de 42 campesinos. Desde estos puntos, los paramilitares iniciaron su danza de muerte.
Las víctimas fueron amordazadas, torturadas y luego degolladas. Quemaron varias viviendas, sacaban de las casas a sus víctimas y las asesinaban frente a sus mujeres y niños. Las víctimas fueron señaladas por una persona encapuchada que acompañaba a los agresores. En la mañana del 16 en la vía que comunica El Salado y Carmen de Bolívar paramilitares detuvieron un campero de servicio público y asesinaron a Edith Cárdenas y a los demás que se movilizaban en el vehículo, de este hecho sobrevivieron María Cabrera y otro pasajero quienes huyeron corriendo por el rastrojo. Entre el 16 y 17 de febrero se dio el desplazamiento masivo de la región a causa del accionar paramilitar, en el caserío del Salado permanecieron cerca de 200 personas.
En la mañana del viernes 18 de febrero los habitantes que permanecían en el caserío fueron sorprendidos por un grupo de hombres armados que lleno el pueblo. La gente no tuvo tiempo de huir, los paramilitares gritaban “salgan, partida de guerrilleros, que todo el mundo se muere hoy”.
Los paramilitares reunieron a todas las personas en la plaza, junto a la iglesia. Los desertores que servían de guías empezaron a señalar a los que según ellos eran guerrilleros o auxiliadores de la guerrilla e iban siendo ejecutados. Una Joven fue arrastrada por el pueblo sujetada del cabello luego fue colgada de un árbol y degollada, su nombre era Nayibis y la señalaron de ser compañera sentimental de un guerrillero (Martin Caballero).
Mientras los paramilitares continuaban con sus ejecuciones, un helicóptero sobrevolaba el caserío disparando contra las viviendas, en una de ellas murió el campesino Libardo Trejos, quien se escondía con otro grupo de campesinos. Las víctimas no eran escogidas solo por ser señaladas por los desertores, también eran escogidas al azar como fue el caso de Francisca Cabrera, o Ever Ureta que sufría un retraso mental y fue torturado para que confesara que pertenecía a las FARC.
Las muertes se produjeron cada media hora mientras los pobladores estaban reunidos en la plaza bajo el sol y veían como la plaza se llenaba de cadáveres mientras los paramilitares festejaban. Los paramilitares sacaron tambores, gaitas y acordeones y cada vez que asesinaban tocaban los instrumentos. Pero para los paramilitares no era suficiente y se ensañaron con las mujeres, violandolas y torturadoras, a una de las habitantes le introdujeron alambres por la vagina. Mientras les gritaban que eso era porque eran amantes de los guerrilleros.
Al caer la noche la gente fue obligada a regresar a sus casas, nadie durmió , sólo los disparos al aire de los paramilitares rompían el silencio que atrapo a El Salado. El sábado 19 los habitantes que permanecían en el salado salieron y el terror continuo pues los paramilitares permanecían en el pueblo y se dedicaron al saqueo de los negocios de comercio, a las 3 de la tarde se escucharon disparos y los paramilitares abandonaron el lugar. Fue en ese momento que las personas del Salado pudieron llorar a sus muertos. Algunas de las víctimas fueron: Roberto Madrid Rodríguez, Luis Pablo Redondo Torres, Marco José Caro Torres, Margoth Fernández Ochoa, Nayibe Contreras, Nelvis Judith Arrieta Martínez, Néstor Tapias Arias, Óscar Antonio Meza Torres, Osnedis Cohen Sierra, Pedro Parra, Pedro Torres Montes, Rogelio Ramos Olivera, Rosmira Torres Gamarra, Saulo Navas, Víctor Arias Julio, Víctor Ureta Castaño, Wilfredo Barrios Parra, Libardo Rafael Trejos Garrido, Dora Torres Rivero, Edgar Cohen Castillo, Alejandro Alvis Garrido, Alejandro Alvis Madrid, Arturo Martínez, Eduardo Alfonso Torres P., Desiderio Francisco Zambrano Salcedo, Justiniano Pedraza Teheran, Eduardo Navas Alvis, Eduardo Novoa, Edwin Cohen Sierra, Eliseo Torres Sierra, Jairo Alvis Garrido, Jose Manuel Tapias Arias, Helen Arrieta Martínez, Freddy Montes Arrieta, Francisca Cabrera De Paternina, Euclides Torres Zabala, Érmides Cohen Redondo, Enrique Medina Rico, Emiro Cohen Torres, Eloy Montes Olivera, Gilfredo Brochero Bermúdez, Luis Pérez Manrique, José Paternina, Marcos Díaz Morales, Mauro González, Miguel Antonio Avilés, Miguel Antonio Martínez, Moisés Gutiérrez, Moisés Martínez, Luis Alfonso Peña Salcedo, Rafael David Núñez, Rafael Antonio Núñez Sánchez, Evert Núñez, Nelson Torres, Daribel Restrepo, Septimo Olivera Correa, Liberio Antonio Cortés Rodríguez, Amaury De Jesús Martínez, Antonio Martínez Montes, Benjamín Jose González Anaya, Dairo De Jesús González Olivera, Daniel Restrepo, Elsy Morales, Emiro Castillo Castilla, José Avilés, Julio César Díaz Martínez, Daniel Francisco Díaz Morales, Jose Manuel Ortega, Jorge Eliécer Mercado Vergara, John Núñez, Felix Antonio Pérez Salcedo, Evert José Verbel Martínez, Juan González.
Ni las tropas del Batallón de Fusileros de Infantería de Marina No. 5, al mando del coronel Harold Mantilla Serrano; ni las del Batallón de Contraguerrilla No. 31, al mando del Teniente Coronel Jorge Castañeda; ambas adscritas a la Brigada No. 1 de Infantería de Marina, al mando del General Rodrigo Quiñones; ni la Policía del Departamento de Bolívar o Sucre, hicieron algo para prevenir la incursión armada, mucho menos para detener la masacre. Su aquiescencia y complicidad con estructuras paramilitares fue mimetizada a través de los medios de información.
Según los medios de información, el comandante del Batallón de Fusileros de Infantería de Marina, Bafim 5, adscrito a la Brigada 1, con sede en el municipio de Corozal (Sucre), teniente coronel Harold Mantilla Serrano, dijo que: ‘los muertos son el resultado de combates entre guerrilla y autodefensas: las autodefensas detuvieron en un comienzo a guerrilleros y ex guerrilleros de las FARC para que les señalaran a las personas que posteriormente serían asesinadas por sus presuntos nexos con la guerrilla”. Pero, según la Personería Municipal de Ovejas, “de acuerdo con la información entregada por los desplazados, no hubo enfrentamientos sino la masacre de los paras”. Así mismo: El comandante de las FFMM, general Fernando Tapias, dijo que ‘en la región de Montes de María vienen registrándose combates entre guerrilleros y autodefensas’. Estamos tratando de establecer si los muertos son por los enfrentamientos o por la incursión”. En un comunicado, los paramilitares afirmaron que: “Hubo combates con las FARC en la zona y que los subversivos “se vistieron de labriegos”. Daban un parte de “47 guerrilleros muertos y 12 capturados”.
“En su declaración, Juan Vicente Gamboa, conocido como “Pantera”.’señaló a los militares como los autores intelectuales de la masacre, el paramilitar Gamboa, quien fue Infante de Marina entre 1992 a 2000, afirmó en el marco de la Ley 975 para la desmovilización paramilitar, que: “el general Rodrigo Quiñonez, comandante de la Primera Brigada de Infantería de Marina; los coroneles Diazgranados Mantilla y Bautista Carcamo; el coronel Harold Mantilla Serrano, comandante del Batallón Quinto Fusileros de Marina, y el capitán Becerra Durán, se reunieron en el Batallón de Infantería de Marina con él y planearon la ejecución de la masacre de El Salado, ocurrida entre el 16 y 19 de febrero de 2000 en el corregimiento de El Carmen de Bolívar”, y aseguró que los oficiales le entregaron una lista con varios nombres y que ofrecieron poner a su disposición un grupo de 25 infantes de marina. En este hecho fueron asesinadas 100 personas por hombres del bloque norte de las Autodefensas, comandado por Salvatore Mancuso”.
Por otra parte, el paramilitar Úber Enrique Bánquez, conocido como “Juancho Dique", del bloque Héroes de los Montes de María, afirmó en una de las versiones libres del 30 de julio de 2008, que parte de los paramilitares estaban al mando del comandante “Gallo”, de las estructuras del Bloque Norte de las AUC, comandado por Rodrigo Tovar Pupo, conocido como “Jorge 40”. Otra parte eran paramilitares conocidos como “Los Niches”, de las estructuras bajo el mando de Salvatore Mancuso y Carlos Castaño. Las otras unidades paramilitares eran del bloque “Héroes de los Montes de María” al mando de conocido como “Cadena”, y el segundo al mando era “Juancho Dique”.
El paramilitar Jhon Jairo Esquivel, conocido como “El Tigre”, en su versión libre del 30 de octubre del 2008, reconoció haber participado en la masacre de EL Salado bajo el mando de “Jorge 40”. Según “El Tigre”, previo a la masacre “se realizó una reunión en una finca de San Ángel, departamento del Magdalena, donde estuvieron Mancuso, “Jorge 40”, Amaury, “H2” y “5-7”, planificando la incursión a El Salado”.
En sentencia del 28 de febrero del año 2003 del Tribunal Superior del Distrito de Barranquilla, Sala de Justicia y Paz, fueron condenados 15 paramilitares por su participación en la masacre del Salado de los cuales sólo uno tenía calidad de jefe de uno de los grupos paramilitares que incursionó en El Salado. Se trata de John Henao, alias “H2”, quien no se encuentra cumpliendo la pena de prisión impuesta, pues se fugó de la cárcel en febrero de 2001. Otro de ellos fue asesinado en el año 2009, por lo que tan solo 13 paramilitares purgan efectivamente una condena a partir de esta sentencia.
En septiembre del 2011 Francisco Robles Mendoza, alias 'Amaury', en diligencia de formulación de cargos para sentencia anticipada reconoció ante un fiscal de Derechos Humanos y DIH su responsabilidad en los delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir agravado, desplazamiento forzado, hurto agravado y calificado, daño en bien ajeno, incendio y acceso carnal violento en hechos ocurridos en el corregimiento del salado.
Solamente un miembro de la fuerza pública, el capitán Héctor Martín Pita Vásquez, entonces comandante de la Compañía Orca del Batallón Contraguerrillas n.° 31 de la Infantería de Marina, ha sido acusado penalmente por los hechos de la masacre de 2000, aun cuando existen evidencias que demostrarían la responsabilidad de otros integrantes de la fuerza pública de más alto nivel, como el entonces coronel Rodrigo Quiñónez , comandante de la Primera Brigada de Infantería de Marina, con jurisdicción en la región de los Montes de María.
En enero del año 2006 la Asociación de Desplazados del Salado Bolivar (ASODESBOL) y la Asociación Nacional de Ayuda Solidaria (ANDAS) Elevaron petición ante la comisión interamericana de derechos humanos por la Masacre y desplazamiento forzado de los montes de maría. Petición que fue admitida por la Comisión.
Por otra parte, en el proceso especial de la ley 975 de 2005, conocida como ley de “justicia y paz”, algunos paramilitares han admitido su responsabilidad en la masacre pero han tratado de minimizarla o justificarla al calificarla como una “operación militar” en la que supuestamente hubo “combates” con guerrilleros. La mayoría de ellos han negado la violencia sexual y las torturas, así como los “sorteos” y la “fiesta” que emprendieron al momento de perpetrar la masacre. Este escenario judicial, antes que convertirse en un espacio para la reconstrucción de la verdad, se ha convertido en un escenario de validación de la impunidad y de justificación de estos crímenes por parte de los paramilitares.
En julio de 2011 el Presidente Juan
Manuel Santos pidió perdón a la comunidad de El Salado y se comprometió a
reconstruir el municipio, palabras que hoy quedaron en el aire
para las familias del municipio.
Hoy la impunidad es la última palabra. Las investigaciones ocultan la sistematicidad de cada uno de los hechos, tergiversan y ocultan las responsabilidades institucionales, desenfocan haciendo ver lo que es posible hacer ver pero ocultan la magnitud de los hechos, su intencionalidad. No esclarecen confunden.
Después del inicio de
la Danza de la muerte paramilitar en El Salado, la Verdad, la Justicia y la
Reparación es un Derecho para los habitantes de El Salado. En su memoria, desde
su memoria, la Justicia.
Víctimas de la masacre de El Salado en la Memoria
Víctimas de la masacre de El Salado Sin Olvido
Víctimas de la masacre de El Salado en la Memoria
Víctimas de la masacre de El Salado Sin Olvido
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