Han pasado 27 años desde esa tarde
bogotana, donde fue arrebatada una vida más que crecía con la propuesta
política de la Unión Patriótica - UP. Eran las 3 de la tarde de ese 3 de marzo,
cuando fue asesinado “Pepín”, JOSE ANTEQUERA, y con este crimen, una flor fue
arrancada del jardín, de la militancia de la UP.
La persecución política contra la Unión
Patriótica, expresión de una esperanza de transformación social surgida en
Colombia, cobró la vida de mujeres y hombres que con su ausencia han marcado la
vida de una nueva generación, la de los hijos y las hijas.
Uno de estos hombres, muy humano fue JOSE
DE JESUS ANTEQUERA ANTEQUERA, su voz fue callada hace 27 años y su pensamiento
suspendido en el tiempo, cuando miembros de la estructura militar encubierta
del Estado colombiano lo asesinaron en el Aeropuerto de Bogotá.
Dirigente del Partido Comunista y de la
Unión Patriótica, Asesinado en Bogotá el 3 de marzo de 1989 este hombre
demostró ser un intento de transformación social, de esperanza colectiva y de
dignidad.
En medio de esa multitud que se encontraba
en el aeropuerto El Dorado, los sicarios dispararon 24 veces contra JOSE y aún
así no lograron que muriera en ese instante. Se aferró a la vida mientras era
conducido a una clínica de la ciudad, y ante tanta terquedad, terminaron
conduciéndolo a la clínica más lejana, a la que llegaron cuando ya su cuerpo no
resistió más.
JOSE, el “Pepín” como era conocido
cariñosamente, dejó impregnado el espacio de la memoria con su alegría y
entusiasmo caribeño, de las anécdotas de su militancia en la Juventud
Comunista, en el Partido y luego en la Unión Patriótica, buscando hacer
realidad esos sueños de transformación social. JOSE, el abogado, el labrador de
la Paz cuyo convencimiento lo expresó al decir la función de su partido:
"ahora y siempre nuestra bandera es y será de la paz".
JOSE no sólo anunció la necesidad del
cambio, de la transformación radical de la sociedad, también denunció al poder
que se opone a que ese sueño sea realidad. Denunció las estrategias de ese
poder, las políticas, las económicas, las sociales, las militares. Denunció los
vínculos entre esa clase política con grupos paramilitares, los nexos entre
militares y paramilitares, lo que se tradujo en amenazas contra su vida, hasta
llegar a la muerte.
José Antequera ingresó a la Juventud
Comunista, JUCO cuando apenas tenía 14 años de edad. Algunos años más tarde se
convirtió en el Secretario General más joven de esta organización en su historia.
Graduado como abogado, se integró a la UP
donde fue el responsable de las relaciones políticas de este partido, al
tiempo que seguía al frente de la Secretaría de la JUCO. Además era profesor
universitario, incansable lector y un analista político sobresaliente.
Su amigo Carlos Lozano, director del
Semanario Voz, lo recuerda así: “Era un lector empedernido y me recomendaba
textos de actualidad. Casi siempre tenía un libro en las manos, que leía en el
transcurrir de alguna tediosa reunión. Los comentábamos con frecuencia. No
había límite: igual un texto de política, historia o literatura.”
José David, su hijo, quien ha emprendido
una batalla quijotesca para preservar la memoria de su padre y la de las víctimas
del genocidio contra la UP asegura: “Mi padre, José Antequera Antequera era un
animal político; era comunista y por eso lo asesinaron en 1989. Las muchas
razones para considerar la importancia de un “no olvido”, sobre su vida,
pensamiento, acción y muerte, son al mismo tiempo producto de una valoración
de la memoria que se opone al olvido; historia disidente que se opone a la
hegemonía de la historia”.
José
Antequera era un hombre de posiciones firmes y profundas convicciones. Si bien
se sentía identificado con las ideas comunistas, y se sabía comunista hasta la
médula, ello nunca lo llevó a ignorar o justificar la barbarie que agrupaciones
de izquierda cometían en el mundo entero, como en el caso del Gulag soviético.
Sustentado siempre en elevados principios éticos y profundos razonamiento humanos,
Antequera, a la vez que cuestionaba de manera abierta, la combinación de todas
las formas de lucha, enfrentó la criminalidad del Estado colombiano, siempre
desde la palabra y la legalidad. “El fin no justifica los medios” solía
repetir.
El 3 de marzo de 1989 “Pepe” llegó
temprano al Aeropuerto El Dorado de Bogotá. Viajaba a Barranquilla, su ciudad
natal a pasar unos días con su mamá. Acababa de cruzar la puerta del terminal
aéreo, cuando se encontró con el ex candidato presidencial, Ernesto Samper Pizano.
Apenas estaban intercambiando un saludo, cuando varios sicarios, en acción
temeraria y decidida, le dispararon en repetidas ocasiones. Antequera cayó al
suelo, mientras Samper, protegido por su esposa Jacquin Strauss, quedó herido
de gravedad. Los sicarios conocían en detalle sus movimientos. Los escoltas que
le había asignado el Gobierno eran del DAS.
La de José Antequera Antequera, como la de
tantos otros, fue de nuevo una muerte previsible y prevenible. “Pocos días
antes, en Montería, capital del paramilitarismo y del anticomunismo, había
denunciado con valor a Carlos Castaño y a las AUC como promotores de la guerra
sucia contra la Unión Patriótica con la complicidad de oficiales y brigadas del
Ejército. Algunos periodistas dijeron que allí selló su sentencia de muerte.
Fue superior el valor de este joven comunista y revolucionario, que como tantos
otros no vaciló en denunciar a los directos responsables del martirologio de
comunistas y luchadores populares.
Semanas después del asesinato de
Antequera, la familia siguió siendo objeto de acosos e intimidaciones. Policías
que se hacían pasar por miembros de la UP o por periodistas terminaban dentro
de su apartamento averiguando hasta los detalles más íntimos de sus vidas.
El asesinato de José de Jesús como el de
tantos otros miembros de la unión patriótica ha quedado en la absoluta
impunidad pues nunca se establecieron culpables y aún cuando es evidente la
responsabilidad del Estado, este no ha hecho nada por establecer la verdad y
una reparación integral a las familias de las víctimas.
A “Pepe” como a cinco mil militantes
comunista y upecistas, no lo asesinaron porque el partido comunista y la unión
patriótica combinaran luchas como lo aseguran los que no se atreven a reconocer
el genocidio político del Estado.
Hoy los
sueños de ANTEQUERA como los de tantos militantes de la UP, son portados por
otros y otras. Pero los portadores de sueños siguen siendo perseguidos, amenazados,
exterminados. “Antequera,
Antequera, podrán cortar la flor pero no la primavera”.
José de Jesús
Antequera en la memoria
José de Jesús
Antequera Sin Olvido