Esta pareja se conoció en una pequeña población ubicada al oriente del departamento de Antioquia. Desde ese entonces atesoraron la ilusión de formar una familia.
Juber se desempeñó en la construcción de casas y también como ebanista, fue así como pudo levantar las paredes de su propio hogar; y por supuesto construyó junto a otros habitantes de la región muchas otras casas que abrigarían los sueños de familias humildes y campesinas.
Lilia de gran corazón se dedicó a acoger a niñas y niños del pueblo a quienes en algunos casos, amparó durante largas temporadas debido a la imposibilidad de sus padres para ofrecerles buenas condiciones de vida y cuidado, Lilia atendía estos niños como si fueran los suyos mientras sus padres volvían por ellos.
Por su corazón, solidaridad y amor por el prójimo Lilia y Juber fueron acogidos rápidamente en la comunidad, siendo una de las parejas más queridas por todos los pobladores de la región.
Años más tarde la pareja recibía en el seno de su hogar a tres hijas y un hijo, esto los fortaleció y animó a seguir siendo una familia solidaria, amorosa y preocupada por el bienestar de la comunidad.
Al inicio de los 80´s la violencia social y política que se extendía por todo el país, tocó las tierras en donde Lilia y Juber vivían, y debido al conflicto armado fueron obligados a desplazarse a la ciudad de Medellín. Allí los esfuerzos por sobrevivir aumentaron, pero ellos no se dieron por vencidos, con mucho trabajo lograron garantizar a sus hijos educación, vivienda, alimentación y amor.
Nuevamente su disposición para servirles a otros afloró cuando empezaron a ayudar las familias que llegaban desplazadas, su aporte solidario se sumó a varias iniciativas sociales de protección y acogida.
Así permanecieron durante 25 años y después de superar un desplazamiento forzado y acoplarse a la vida en la ciudad, las expectativas de mejorar las condiciones de vida para ellos les planteaban otras posibilidades para buscar nuevos horizontes, entonces deciden trasladarse a Venezuela.
En el vecino país toman la decisión de comprarse un terreno en las afueras de Ciudad Rubio en el estado de Táchira, donde comienzan en el año 2011 a construir ellos mismos su casa y a plantar una pequeña huerta, éste había sido siempre su sueño al momento de ser mayores.
Con mucha ilusión Lilia y Juber emprenden este nuevo caminar, allí una vez más la comunidad a donde llegaron les acoge y los bautizan cariñosamente con el nombre de“los abuelos”.
Fue en la pequeña casa que aún estaba por terminar pero que ya colmaba su aspiración de vida tranquila, en un lugar de paisajes hermosos y con una huerta alimentada con sus propias manos, donde se les vio por última vez, sin que hasta la fecha se tenga noticia de ellos.
El sábado 8 de junio de 2013 la pareja fue desaparecida, en ese momento Lilia contaba con 63 y Juber con 69 años de edad.
Este fue el día en que sus vecinos los vieron por última vez.
Dos días antes, el 6 de junio, Lilia y Juber a través de una comunicación telefónica con sus hijos habían comentado sobre su preocupación debido a que el día 3 de junio, un grupo de hombres desconocidos intentaron asaltar la casa, pero éstos huyeron ante la pronta intervención de sus vecinos.
Sin embargo desde el 8 de junio no se les volvió a ver y quienes fueron a visitar la casa en busca de alguna pista de su paradero, encontraron la mesa servida con lo que sería su comida el día en que fueron desaparecidos.
El 21 de junio de 2013, los hijos de Lilia y Juber, deciden entablar en Venezuela, la denuncia por su desaparición ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) de Rubio, dando luego notificación al Ministerio Público.
Desde ese día han hecho gestiones, que hasta ahora siguen sin respuestas concretas de su paradero, la Fiscalía General de la Nación, la Defensoría del Pueblo, el Ministerio del Interior y Justicia, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Dirección General del CICPC del Estado de Táchira, la Comisión Nacional de Refugio, el Servicio de Jesuitas para Refugiados y la Dirección Política de la Gobernación del Estado Táchira, entre otros no dan respuestas ni adelantos de investigaciones que puedan dar con el paradero de la pareja.
Sin embargo la lucha de sus hijos, familiares y amigos continúa y es así como han tocado puertas en diversas organizaciones sociales y de derechos humanos de Colombia, Venezuela y otros países con las que han podido emitir tres acciones urgentes internacionales.
Aun hoy, dos años después de la desaparición de Lilia y Juber, la familia sigue con la esperanza de conocer su paradero y continúan interponiendo los recursos legales que sean necesarios. Ellos siguen tocando las puertas de organizaciones y personas que quieran solidarizarse con su dolor y que puedan ayudar a encontrar a sus padres, amigos, hermanos, como les dicen de cariño, sus queridos “abuelos”.
Lilia y Juber en la Memoria
Lilia y Juber Sin Olvido