Octubre 17 de 2017
José Jair Cortés Godoy nació en zona rural de Tumaco, Nariño, cerca al río Chagüí, pero hacía nueve años que vivía en Alto Mira y Frontera porque de allí era su esposa. Al poco tiempo de haberse radicado en ese lugar, se destaco como líder afro representativo del pacífico nariñense, y por ser miembro de la Junta de Gobierno del Consejo Comunitario. Bajo su responsabilidad se asignó el cargo de vocal y la veeduría de la vereda Tiestería, ubicada en la zona cuatro de ese territorio colectivo.
Durante 2017, en el contexto de la desmovilización de las FARC-EP, el pacífico colombiano se tornó en una zona propensa y receptora de la violencia, siendo Tumaco un territorio de control estratégico para diversos grupos armados, visto como una ruta clave del narcotráfico. Ante ese panorama, José Jair trabajó por generar proyectos productivos para la comunidad en busca de alternativas que favorecieran a la sustitución de cultivos de uso ilícito, en lugares donde los habitantes rechazaron de manera tajante la erradicación forzada, propuesta durante décadas por los gobiernos de turno. De esa forma, el líder buscó alternativas para su comunidad, una de ellas fue la construcción de una carretera binacional para conectar Ecuador con Nariño, también gestionó recursos para construir tanques de almacenamiento de agua y vigilo de cerca el proceso de sustitución de cultivos, pues comprendía el riesgo que representaba esta actividad: “Si van a venir a hacer la erradicación forzosa va a haber confrontaciones, se va a volver esto un diluvio porque la gente no está en las condiciones de dejarse quitar lo que los está sosteniendo”. En el mes de octubre y luego de la masacre de el Tandil, en la que fueron asesinados 8 campesinos, Jose Jair y otros 15 líderes recibieron diferentes amenazas contra su vida. Buscando resguardo, se desplazó junto con algunos de sus compañeros al caso urbano de Tumaco, para solicitar medidas de protección y ayuda para agilizar los acuerdos de sustitución de cultivos en Alto Mira y Frontera. Sin embargo, el día 17, tuvo que retornar para ver a su esposa que se encontraba enferma, allí Jose Jair Cortés fue asesinado, un crimen que según el reporte oficial se adjudicó a disidencias de las FARC al mando de alias “Guacho”, el líder solo contaba con un chaleco antibalas y un celular asignado por la Unidad Nacional de Protección (UPN), elementos que fueron totalmente inútiles para preservar su vida. En septiembre de 2018, una fiscalía especializada de Pasto (Nariño) realizó imputación de cargos por homicidio y concierto para delinquir contra Aris Yiber Caicedo Gutiérrez o alias “Cholo” uno de los sicarios de la banda “Cachi” que hace parte de las disidencias del frente Oliver Sinisterra o Los de Guacho. Sin embargo, no se han establecido los autores intelectuales del homicidio. Hasta después de la muerte de José Jair y la masacre de los campesinos en El Tandil, se agilizó el proceso de sustitución de cultivos, hoy solo se espera justicia, que el valor sobre el trabajo de los líderes sociales sea respetado y protegido; sobre todo, la comunidad y en la memoria de este líder, se espera que se cumpla su deseo y el de muchos líderes: “El mayor deseo de uno como líder es que las cosas cambien para bien”
Durante 2017, en el contexto de la desmovilización de las FARC-EP, el pacífico colombiano se tornó en una zona propensa y receptora de la violencia, siendo Tumaco un territorio de control estratégico para diversos grupos armados, visto como una ruta clave del narcotráfico. Ante ese panorama, José Jair trabajó por generar proyectos productivos para la comunidad en busca de alternativas que favorecieran a la sustitución de cultivos de uso ilícito, en lugares donde los habitantes rechazaron de manera tajante la erradicación forzada, propuesta durante décadas por los gobiernos de turno. De esa forma, el líder buscó alternativas para su comunidad, una de ellas fue la construcción de una carretera binacional para conectar Ecuador con Nariño, también gestionó recursos para construir tanques de almacenamiento de agua y vigilo de cerca el proceso de sustitución de cultivos, pues comprendía el riesgo que representaba esta actividad: “Si van a venir a hacer la erradicación forzosa va a haber confrontaciones, se va a volver esto un diluvio porque la gente no está en las condiciones de dejarse quitar lo que los está sosteniendo”. En el mes de octubre y luego de la masacre de el Tandil, en la que fueron asesinados 8 campesinos, Jose Jair y otros 15 líderes recibieron diferentes amenazas contra su vida. Buscando resguardo, se desplazó junto con algunos de sus compañeros al caso urbano de Tumaco, para solicitar medidas de protección y ayuda para agilizar los acuerdos de sustitución de cultivos en Alto Mira y Frontera. Sin embargo, el día 17, tuvo que retornar para ver a su esposa que se encontraba enferma, allí Jose Jair Cortés fue asesinado, un crimen que según el reporte oficial se adjudicó a disidencias de las FARC al mando de alias “Guacho”, el líder solo contaba con un chaleco antibalas y un celular asignado por la Unidad Nacional de Protección (UPN), elementos que fueron totalmente inútiles para preservar su vida. En septiembre de 2018, una fiscalía especializada de Pasto (Nariño) realizó imputación de cargos por homicidio y concierto para delinquir contra Aris Yiber Caicedo Gutiérrez o alias “Cholo” uno de los sicarios de la banda “Cachi” que hace parte de las disidencias del frente Oliver Sinisterra o Los de Guacho. Sin embargo, no se han establecido los autores intelectuales del homicidio. Hasta después de la muerte de José Jair y la masacre de los campesinos en El Tandil, se agilizó el proceso de sustitución de cultivos, hoy solo se espera justicia, que el valor sobre el trabajo de los líderes sociales sea respetado y protegido; sobre todo, la comunidad y en la memoria de este líder, se espera que se cumpla su deseo y el de muchos líderes: “El mayor deseo de uno como líder es que las cosas cambien para bien”
José Jair Cortés en la Memoria
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