17 de septiembre de 2004
Alfredo Rafael Francisco Correa de Andreis, ingeniero
agrónomo, sociólogo, intelectual, humanista y Caribe, nacido el 26 de abril de
1952 en Ciénaga, Magdalena. Realizó una maestría en educación con énfasis en
desarrollo social en la Universidad de Paris XII-Val de Marne de Francia.
Dedicó 23 años de su vida a la docencia, fue un sociólogo
comprometido con la comprensión de la región Caribe, con las poblaciones
víctimas de la violencia, del desplazamiento forzado y el despojo de tierras en
Atlántico y Bolívar, un académico que articulo sus reflexiones y pensamientos
con la sociología colombiana de Orlado Fals Borda. Fue Secretario de Planeación
y Secretario de Participación Ciudadana en Barranquilla.
En 2004, a sus 52 años se encontraba trabajando en dos
investigaciones una de ellas financiada por Colciencias con la Universidad del
Norte de Barranquilla y otra de ellas financiada por la Agencia de Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID. Estudió el desplazamiento de
las poblaciones de La Cangrejera, Pinar del Río y Loma Roja, en zona rural de
Barranquilla. Desarrolló su labor académica en defensa de los derechos humanos.
El 17 de junio de 2004 sobre las 5:20 p.m. Correa de Andreis
salió de su apartamento en el barrio El Prado de Barranquilla, se despidió de
su esposa Alba Lucía y de su hija de 13 años Melissa, para abordar un vehículo
que lo llevaría a una reunión en la Universidad Simón Bolívar. De manera inmediata
agentes del DAS, apoyados por un organismo de inteligencia de Atlántico, retuvieron
a Alfredo con una orden de detención por delito de rebelión, que había sido
emitida por el fiscal 33 de Cartagena, Demóstenes Camargo Ávila.
Fue recluido en la cárcel El Bosque de Barranquilla, allí
permaneció hasta el 14 de julio de 2004. Fue señalado de ser ideólogo y colaborador del
frente 59 de las FARC, bajo el alias de “Eulogio” o “El Profe”, víctima de un
montaje con pruebas falsas, testimonios comprados con desmovilizados de este
grupo armado, los supuestos testigos fueron Javier Larrazábal, José Daniel
Satizábal, Mayerlin Torres Carvajal, Eliécer Vivas Cuervo y Yamile Barrios
Villegas.
Todo el material probatorio fue irregular, su defensa aportó
las pruebas que evidenciaron que había estado en actividades familiares o de
trabajo cuando según los falsos testigos había estado en campamentos de las
FARC, se reafirmó que Alfredo era un hombre de paz, entregado a la
investigación social, a la academia y un hombre defensor de derechos humanos.
Un mes después fue puesto en libertad, pese a que la
Fiscalía General de la Nación tenía el material para dejarlo en libertad de
forma más pronta, no lo hizo. El 17 de septiembre de 2004, mientras el profesor
Alfredo se encontraba caminando en compañía de su escolta Edelberto Ochoa
Martínez por la Carrera 53 con calle 60 a las 2:20 p.m. fue baleado por
sicarios junto a Edelberto en vía pública.
Antes de que acabaran con su humanidad el profesor le dijo
al hombre que empuñaba el arma “¡Hey loco, no dispare!”. Desde agosto de 2003
Correa de Andreis era objetivo militar de las AUC, por lo que Javier Alfredo
Valle funcionario del DAS de la sede de Valledupar, que estaba al mando de
alias “Don Antonio”, empezó a realizar seguimientos ilegales al profesor,
durante cuatro meses registró y fotografió todo lo que realizaba el docente.
Posteriormente, se conoció una lista de 35 personas entre
las que estaban líderes sociales, defensores de derechos humanos y gestores
culturales, señalados de ser colaboradores de la guerrilla de las FARC y
objetivo militar de las AUC en la Costa Atlántica. Siete personas que se
encontraban en esa lista fueron asesinadas, incluyendo al maestro.
Willmer Samper alias “Pupi” le informó a Jorge Palacios que
estos habían asesinado a Correa de Andreis, le contó el plan criminal que se
gestó para su muerte, que incluso fue acompañado a la Clínica del Prado para
comprobar que efectivamente estuviese muerto. “Pupi” confirmó que lo habían
asesinado porque se le acusaba de ser colaborador de la guerrilla, pero que el
grupo paramilitar sabía que no era guerrillero, que les causaba molestias por
el trabajo intelectual que realizaba y por las reclamaciones a la Red de
Solidaridad para que ayudarán a personas en condición de desplazamiento.
Poco después, los partícipes en este plan criminal fueron
asesinados por las mismas AUC para las que trabajaban, siendo asesinados Jorge
Palacios, Wilmer Samper y Henry Arbey Patiño.
Posteriormente, en uno de los computadores de “Jorge 40”se
encontró una carpeta llamada “Amigos del DAS”, en la que se tenía una lista de
106 nombres, encontrándose académicos, activistas, defensores de derechos
humanos, periodistas, sindicalistas y líderes de oposición de la Costa
Atlántica. El 11 de marzo de 2006, en una residencia de Santa Marta que ocupaba
“Don Antonio” se encontró documentos que revelaban la vinculación de los
paramilitares con el DAS, entre ello, una lista de personas que criticaba la
impunidad detrás del proceso de paz entre las AUC y el gobierno de Álvaro
Uribe.
La Corte Suprema de Justicia determinó que el DAS actuó
conjuntamente con paramilitares del Bloque Norte y que esta misma entidad había
cometido graves delitos de espionaje, amenazas, persecución y asesinatos. La
Fiscalía estableció que el hecho fue cometido por Rodrigo Tovar Pupo, Edgar
Ignacio Fierro, Juan Carlos Rodríguez y Javier Alfredo Valle Anaya.
Jorge Noguera, director del DAS en aquel entonces, fue
determinado como coautor de este homicidio y contra el de la periodista Zully
Codina, Pacheco Rodríguez, sindicalista de SINTRELECOL, trabajador de
Electricaribe y del político Fernando Pisciotti Van Strahlen. La Corte Suprema de Justicia le imputó 25
años de prisión por la muerte de Alfredo Correa de Andreis.
En 2013, el Tribunal Superior de Barranquilla ordenó al DAS
ofrecer disculpas públicas por la muerte del docente. En enero de 2019 el
Consejo de Estado condenó a la nación por la detención ilegal del sociólogo. La
Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, sucesora del DAS, deberá dar respuesta
a medidas restaurativas por los hechos. Pese a las imputaciones de responsabilidad,
la verdad develada es incompleta y la impunidad persiste, no sólo en este crimen
sino a lo largo de la historia del paramilitarismo y su vinculación con el
Estado.
En su memoria la Universidad del Norte realizó un edificio
para dar importancia a la obra de Correa de Andreis y para que las generaciones
próximas puedan conocer su labor, este edificio se creó como un lugar en su
honor, en el que se recordarán sus virtudes posiblemente como humanista, como
intelectual, como padre y esposo. El 17
de septiembre de 2019, cumpliéndose 15 años del crimen el Estado deberá pedir
perdón público por lo ocurrido en memoria del docente, con un acto en la
Universidad Simón Bolívar y en la Universidad del Norte.
A pesar de lo que fue y de lo ocurrido y aunque su cuerpo
físico no esté con sus seres queridos, sus amigos, sus alumnos o grupos de
estudio, sus lecciones de vida, humanas y académicas, se mantienen vivas
significativamente para todos los constructores de paz, para todos quienes
luchan en favor de la igualdad y los derechos humanos. Alfredo es un ejemplo a
seguir para encontrar soluciones a problemas estructurales, pero al mismo
tiempo para ser más sentipensantes, su memoria trasciende la impunidad,
trascienden las fuerzas que persisten en hacer daño, será recordado por quién
era y por su convicción en defensa de la vida.
Alfredo Correa de
Andreis en la Memoria
Alfredo Correa de
Andreis Sin Olvido
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