18 Abril 1998 - 18 abril 2017 |
Maestro y amigo
Pasa el tiempo, pero no se borra, está en nuestra memoria. Pasa el tiempo y el vacío se experimenta. Pasa el tiempo volvemos a sus secretos, a los más humanos y los más profesionales. Pasa el tiempo y entre falsos profetas, le seguimos añorando, pero le seguimos honrando, hace poco lo hicimos, en un espacio de elaboración individual y colectivo, de lo no llorado, de lo a veces negado.
No olvidamos sus secretos compartidos en su hogar que se convirtió en el recinto de una y decenas de víctimas; no olvidamos sus expresiones de tenacidad y sus llantos porque el mundo iba de mal en peor; no olvidamos su fumadera con ilusiones que iban como el humo formando una humareda; no olvidamos el café, un whisky o una cerveza; un viaje a Armero, un viaje a Chia, un viaje a las cárceles, un viaje a Medellín, unos viajes a Urabá; unas conferencias en la CRC, en la Universidad Javeriana, en El Externado, en la Nacional; una y miles de encuentros desde la 6 de las mañana pensando en como proteger los derechos de detenidos politicos, de desaparecidos forzados, de víctimas del paramilitarismo de Estado en fin.. Ese Eduardo humano, profundamente humano, tierno y radical, triste y lleno de alegría, analista y polémico, el jurista y el defensor de los derechos de los pueblos.
La exhaustiva investigación de su asesinato no ha llegado a dónde es, o a procesar a quiénes se debe. Algunos de los secretos guardados los ha ido revelando Diego Murillo, extraditado en los Estados Unidos, pero el militar, el General que participó en su asesinato, sigue campante en libertad, incluso, hablando de paz.
Esas verdades siguen ahí en expedientes, en computadores en los que el "delete" no es necesario porque esto que llamamos "justicia" es solo un nombre, una realidad.
Hoy René, René Guarín comparte retazos de esa memoria, ese querido René, que nos trae en el recuerdo los múltiples diálogos en una banca enfrente de la oficina del extinto Telecom en el barrio Pablo VI, en la que nos habló de la vida de René.
Aquí las palabras de René, las de la Memoria, de nuestro Maestro y Amigo.
Eduardo Umaña y Rene Guarin |
El mes de abril de 1994 fue particularmente difícil, el día 6 se mezclaron de manera trágica los cuerpos de mi papá y mi hermano en el mismo edificio de la Clínica San Pedro Claver, mientras mi papá salía de operación de cáncer de colón y lo instalaban en el piso 4, mi hermano Carlos moría después de 19 comas diabéticos en el pasillo de urgencias.
No sabía que hacer primero, si recoger el cadáver de Carlos o pasar a donde mi papá que aún estaba sedado y decirle que habláramos con el director de la clínica para que le permitiera una ambulancia que lo llevara a jardines del recuerdo a enterrar a su hijo mayor; no recuerdo que se hizo primero, pero las dos cosas tocó hacerlas en un solo día.
Nunca he podido olvidar la mirada perdida y dirigida al horizonte de un Jose Eduardo que dio la espalda a todos los asistentes, tan pronto como sonó la cadena que bajaba el cadáver de Carlos y observabamos la imágen de mi papá en la silla de ruedas con el suero colgando viendo caer el cajón al sepulcro.
Me acerqué a donde Eduardo a preguntarle qué sentía, qué pensaba de la escena que nos había puesto el destino de frente y sus ojos llorosos solo me permitieron escuchar un "hijueputa vida", mientras él, como ya era costumbre fumaba mirando al más allá pidiendo una respuesta.
Unos meses después me acompañaría con Patricia y con su sonrisa en mi matrimonio , tres años después apagarían su voz e iniciarían una "exhaustiva investigación" de aquellas que todos conocemos.
Un pequeño homenaje a un abogado que hasta sus últimos días acompañó la lucha de los familiares de desaparecidos de palacio. Hasta siempre amigo Eduardo
Eduardo Umaña en la memoria
Eduardo Umaña Sin Olvido
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